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TEATRO CLÁSICO EN ESPAÑA

Precios caros, pocos teatros y escasa divulgación

Miguel Ángel Villena

CERCA DE tres cuartas partes de los españoles, el 68%, no asiste nunca o casi nunca a una representación de teatro. Esta deprimente conclusión de la última encuesta de hábitos culturales en España, publicada por el ministerio y la Fundación Autor, debería obligar a recapacitar al sector, abocado a una manifestación cultural minoritaria y sólo al alcance de espectadores elegidos. En un país con una riquísima tradición teatral, los clásicos no escapan ni mucho menos a este desinterés. A pesar de los avances de las últimas décadas, el teatro sigue siendo un espectáculo caro, de difícil acceso y con muy serias limitaciones de proyección pública.

La citada encuesta indaga en las causas de la escasa asistencia teatral y los aficionados se quejan, en general, de los altos precios de las entradas, de la ausencia de montajes de interés en sus pueblos y ciudades, si exceptuamos las carteleras de Madrid y de Barcelona, y de la pobre divulgación y publicidad de las obras.

Todos los expertos coinciden en que la popularización del teatro pasa por un decidido empuje de las instituciones públicas, pero subrayan también que la afición al teatro se ha de fomentar, sobre todo, desde el sistema educativo, colegios e institutos, y desde los medios de comunicación. Las fórmulas ya están ensayadas con éxito en países como el Reino Unido, Alemania o Francia. Sólo hace falta copiarlas.

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