Rarezas
He leído estos días varios artículos de admiradores de Fraga que lo ponían a parir para ensalzar su figura. Si después de haber sido, dicen, ministro de Franco, de haberse ido de caza cuando el Prestige, de gobernar Galicia como un cacique, de hacer declaraciones machistas y homófobas; si después de comportarse como un maleducado con sus propios colaboradores, si tratándose, les falta añadir, de un individuo impresentable, se ha quedado a un paso de la mayoría absoluta, hay que hacerle un monumento. Pero lo que conviene, sobre todo, es tener todo esto en cuenta para no presentar en las próximas elecciones a una persona aseada. El reto es encontrar un clónico de Fraga, quizá un poco más joven, para proporcionar al pueblo gallego un horizonte horrible de varias legislaturas.
Es todo muy raro. Según declaraciones de Xosé Crespo, director de la campaña del PP, acerca de las encuestas, "... el gallego, una cosa es lo que dice y otra lo que piensa". Siempre me ha asombrado que los gallegos no se enfadaran nunca con estas afirmaciones sobre su carácter nacional. Estos días se ha citado también hasta la saciedad, como un elogio, la ocurrencia de Pío Cabanillas al preguntar, tras unas elecciones, "quiénes hemos ganado". Pero como nadie se queja, quizá haya que aceptar que las cosas son como son. Tal vez el gallego, por razones que ahora mismo se nos escapan, dice siempre lo contrario de lo que piensa. En tal caso, los que votaron al PP querrían haber votado al PSOE, de donde se deduce que el que se ha quedado al borde de la mayoría absoluta ha sido Touriño y que Fraga se ha dado una torta histórica.
Por lo visto, eso lo sabe todo el mundo, pero nadie se atreve a hacerlo público por la repugnancia ancestral de ese pueblo a la realidad. Así que, para ser justos, conviene añadir que lo que a Fraga le pide el cuerpo es ser respetuoso, delicado, atento, tierno... Si se comporta como un energúmeno es para ocultar su verdadera naturaleza. En cuanto al voto de la emigración, y siempre según esta teoría, se trataría en realidad de un voto inmigrante, pues algunas papeletas pertenecen a personas que, además de haber nacido fuera de Galicia, jamás la han pisado. Qué raro es todo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.