Un baile diferente y un cantaor de cuerpo entero

El baile de Israel Galván es distinto. Es otro concepto, otra forma de entender el baile. El espectáculo del pasado martes en el festival Flamenco pa tós -organizado por Gomaespuma en el Colegio de Médicos de Madrid, como todos los del ciclo- lo componen una serie de pinceladas de Galván, con el cante de Terremoto y el toque de Lago. Es un buen espectáculo, y además original.

La insólita presencia de Israel Galván, componiendo las posturas del baile tal como él lo entiende, puede despistar en principio, pero enseguida nos damos cuenta de que aquello va en serio. Muy en serio.

Cada pincelada se dedica a un estilo flamenco, así que el bailaor hace una verdadera antología. Como el cantaor y el guitarrista, los tres perfectamente compenetrados.

Son tres artistas con mucho talento, que se han puesto de acuerdo para sacar adelante un espectáculo distinto y brillante, un atractivo espectáculo.

Antes había tocado en solitario Rafael Riqueni, quien parece otro. Mucho más seguro, se aventura ya a abordar pasajes difíciles, que resuelve con acierto singular.

Riqueni, poco a poco, va reencontrándose en el toque, y nos hace pensar con optimismo en que no falta mucho para que sea el mismo de siempre, el gran guitarrista que nunca debió dejar de ser.

Mercé por derecho

Y Mercé por derecho, con el toque de Moraíto. Soleares, siguiriyas, bulerías y fandangos. Cuatro palos solamente, pero los hizo con grandeza y jondura, dejándose el alma en el empeño.

Por una vez, José Mercé se olvidó de los ritmos modernos que hace habitualmente, y fue cantaor de cuerpo entero. Una gozada, de verdad.