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Análisis:'AMARTE ASÍ, FRIJOLITO' (TVE-1) | 'PASIÓN DE GAVILANES' (Antena 3)
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Infusión dramática

El duelo de culebrones de sobremesa entre Amarte así, Frijolito (TVE-1) y Pasión de gavilanes (Antena 3) obligará a los aficionados al género a demostrar su dominio del mando a distancia. Los que no logren someterse a tanta gimnasia de pulgar tendrán que elegir entre México y Colombia. La primera opción narra la historia de un niño pobre y huérfano en teoría que en realidad es hijo del amor de una noche de lujuria, engaño y discoteca. Cuando se entiende lo que dice, el niño, descendiente de Pablito Calvo, pregunta por su padre en un contexto donde abundan ambiciosos, chantajistas, ricos podridos por la ambición y pobres lastrados por la fatalidad. La segunda opción es una versión hard de Siete novias para siete hermanos, pero con tres en lugar de siete y entremezclada con un amor imposible entre un rico infelizmente casado y la hermana humilde de los tres varones.

Del niño Frijolito se sabe que nació en una cantina y le llamaron frijolito porque "los frijoles son nobles: nunca faltan en la mesa de los pobres". De los tres hermanos de PDG sabemos que uno es una bestia machista que ejerce de padre en ausencia de uno auténtico. El segundo, en cambio, es un interesado y el tercero es un romántico que se enamora de una artista contratada por la versión local del Coyote Bar. El mayor y el menor son unos auténticos guaperas y buscan cualquier excusa para lucir su regia musculatura pectoral. Ah, y el mayor recupera uno de los insultos más televisivos de la hispanidad: alimaña. Para contentar a los amantes de las mujeres, también abunda ese erotismo femenino que tan buenos resultados dio en experiencias como, por ejemplo, Gata salvaje y que tendrá en las tres hijas del rico adúltero a sus embajadoras.

En ambas historias tenemos villanos, o mejor dicho: villanas. La harpía de PDG es una adúltera que está liada con su yerno y que se desvive por trepar mientras recluye a su padre, un extravagante anciano postrado en una silla de ruedas que promete ser pieza clave en el alud de conflictos que se nos viene encima. La villana de AAF perdió a una de sus dos hijas y a la otra le da consejos que no gustarán a la Conferencia Episcopal: "Un hijo es suficiente. Con el segundo engordas y tu marido te abandona". AAF es más romántica que PDG, aunque actualiza con acierto los esquemas clásicos del género (paralelismos sociales, cruces sentimentales, azares del destino y un uso sentimentaloide de los niños). PDG es más apasionada y moderna, pero ambas aseguran la tradición de hacer la digestión a lo latino: con grandes dosis de picante, engaños y devociones milagrosas que, hervidas en el microondas televisivo, aseguran una tumultuosa digestión.

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