¡Tongo!
La corrida anunciada no existió. Lo que hubo fue un tongo porque los toros fueron animales caricaturescos, agotados, noqueados, enfermos o borrachos, para vergüenza de las dos ganaderías y de todos los taurinos y autoridades que permiten el fraude y que la decadencia se apodere de la fiesta. Si a Las Ventas sólo acuden turistas inasequibles al aburrimiento, llegará el momento en que éstos también deserten ante el bochornoso espectáculo que se les ofrece. Un muermo en toda regla fue el festejo de ayer, que debería hacer reflexionar a los responsables de semejante tomadura de pelo. Pero seguirán insistiendo, con total seguridad, hasta el exterminio de un espectáculo que antaño dicen que fue emocionante.
Arauz / Canales, Barragán, Valverde
Cuatro toros de Arauz de Robles y dos, 1º y 5º, de El Serrano, bien presentados, inválidos, mansos y muy descastados. Canales Rivera: cuatro pinchazos y un descabello (silencio); pinchazo y casi entera baja (silencio). Abrahán Barragán: pinchazo y estocada atravesada (silencio); dos pinchazos -aviso-, tres pinchazos y tres descabellos (silencio). Javier Valverde: dos pinchazos (palmas); estocada caída (vuelta por su cuenta). Plaza de Las Ventas, 19 de junio. Menos de media entrada.
Alguien debería ordenar el análisis de las vísceras de estos toros porque es difícil creer que estuvieran sanos y sobrios. Bien presentados y de astifinas defensas, toda su presencia no duraba más de 30 segundos, el tiempo de dar una vuelta al anillo y perder las manos en los primeros capotazos. Se acababa, entonces, el toro y se tornaba en enfermo moribundo al que todos cuidaban con mimo hasta su muerte definitiva momentos después.
La decadencia es, además, un virus contagioso. Así, los toreros pasaron sin pena ni gloria, tristes y abatidos, quizá, ante tal material de desecho. El peor parado fue Barragán, al que le tocó el único que embistió en nobleza, el quinto, y no supo qué hacer con él. Acompañó el viaje sin gracia, se colocó mal, abusó del pico, dio muchos pases, pero sólo sobresalió un natural. Dejó pasar una oportunidad para relanzar su corta agenda de contratos. Nada pudo hacer ante el primero, al que le robó un redondo.
Muchos pases dio también Canales Rivera, pero ni tuvo oponentes ni su toreo dice mucho. El primero, un moribundo impropio de esta plaza; recibió al otro con una larga cambiada en el tercio y apuntó capotazos que no remató. Llegó el toro agotado al tercio final y pronto se acabó la historia. Valverde sólo pudo demostrar que posee oficio y valor ante su deslucido primero; más inválido y parado fue el sexto, al que tumbó de una estocada fulminante y se marcó por su cuenta una vuelta al ruedo.
Babelia
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