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ELECCIONES GALLEGAS | La jornada electoral en el PP gallego

Fraga afirma que el 70% del voto de los emigrantes irá para su candidatura

Los populares dan la vuelta a las encuestas y se quedan a un escaño de la mayoría absoluta

Manuel Fraga brindaba anoche con entusiasmo. Su candidatura logró dar la vuelta a los malos pronósticos de todas las encuestas. Aunque no del todo. Con sus 37 escaños se quedó, a falta de los resultados definitivos, sin poder revalidar la mayoría absoluta. Por un solo escaño. La última palabra sobre los resultados va a recaer en el voto emigrante. El 70% de estos votos irían para el PP, según afirmó anoche el candidato popular aduciendo sus contactos con Argentina y Venezuela. El pesimismo con que había comenzado la jornada se transmutó pasadas las nueve de la noche en un abierto optimismo.

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El presidente de la Xunta y candidato popular, Manuel Fraga, se quedó anoche al límite de poder revalidar por quinta vez su mayoría absoluta en Galicia, pero en todo caso, no se ha producido ninguna catástrofe para el partido conservador. Fraga comenzó por expresar su agradecimiento al pueblo gallego "por su conducta impecable en el día de hoy" y al presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, "que consolida su posición de gran líder", dijo. El "magnífico resultado", según Fraga, confirma al PP como primer partido de Galicia, y si finalmente no lograra la mayoría absoluta, él no tendría ningún inconveniente en liderar la oposición parlamentaria, "como es natural".

"Evidentemente, nuestro voto fue leal y ejemplar, y ahí están los resultados", añadió Fraga, que se felicitó de que el BNG, "único partido que se mueve en los bordes de la Constitución", no registrara ningún avance. "Por eso también son positivos los resultados de estas elecciones", señaló. El actual presidente de la Xunta atribuyó la pérdida propia de votos a la política del Gobierno central y a "una conocida cadena de emisoras".

"Hemos ganado las elecciones y vamos a celebrarlo con el presidente, no tengáis duda", anunciaba Xosé Crespo, director de la campaña popular, cuando ya se habían escrutado más del 50% de los votos. El PP mantenía entonces la mayoría absoluta, o la rozaba con una expectativa de 37 diputados, aunque el propio Crespo pedía cautela por ser las mesas rurales las primeras en trasladar resultados. El escrutinio de la otra mitad de los votos, teóricamente procedentes de las ciudades mayores y teóricamente más proclives a las listas socialistas y nacionalistas, confirmó sin embargo esas expectativas y dejó en suspenso no ya la victoria del PP, incuestionable, sino su renovación de la mayoría absoluta.

Esperar el fin del escrutinio

El director de la campaña del PP fue el único que compareció ante los medios informativos, casi de una manera permanente, desde las 20.30. En todo momento estuvo muy comedido, no quería dar alas a ninguna hipótesis, salvo a la constatación de que el PP había ganado las elecciones. "Esperemos a que finalice el escrutinio para ver si tenemos mayoría suficiente para gobernar", afirmaba. Parecía una estratagema para ganar tiempo, cuando los únicos referentes eran los pronósticos de los sondeos a pie de urna, que atribuían a los populares una horquilla de sólo 32 a 35 diputados. La progresión en el escrutinio fue significando una mayor afirmación en los resultados del PP, que en el segundo tramo iba a mantener inalterables esas expectativas de 37 diputados, a tan solo uno de la mayoría absoluta.

La jornada de reflexión, curiosamente, había incidido en un aumento del pesimismo en las filas populares, donde en días anteriores se respiraba como si sus candidaturas estuvieran remontando lentamente los malos pronósticos de las últimas encuestas. No terminaban de creerse esa remontada. En las vísperas de la jornada electoral cundía el desánimo en el partido y entre los funcionarios afines de la Xunta, que no lo ocultaban. El comienzo de la jornada electoral tampoco fue estimulante. Los índices de participación batían récords a mediodía, y eso no era una buena noticia para los conservadores. Todos los analistas coincidían en atribuir el crecimiento de la participación a la movilización de votantes contrarios al PP. La jornada de tarde estabilizó la participación, que finalmente quedó situada en los términos de las anteriores elecciones. Pero eso no mejoró las expectativas del PP al cierre de los colegios.

La movilización a los mítines del PP en esta campaña fue inferior a la de otras elecciones. La primera semana estuvo marcada por las declaraciones estrambóticas del candidato popular y presidente de la Xunta, Manuel Fraga, en torno al divorcio, los homosexuales o la fiabilidad que merecían las encuestas. En la segunda semana cobró protagonismo el presidente del partido, Mariano Rajoy, que en los mítines acabó reclamando el voto para el PP de Galicia como si fuera para él mismo, aunque no se presentara a estas elecciones.

Al final, los resultados no han sido tan malos para el PP ni en Pontevedra, donde se cifraba el epicentro de la caída popular, pese al intenso esfuerzo electoral desarrollado singularmente en la provincia por Mariano Rajoy y por su hombre de confianza en Galicia, Alberto Núñez Feijoo, vicepresidente primero de la Xunta y cabeza de lista en esa provincia.

Para el mismo cierre de campaña se eligió esta ciudad: el objetivo era arrebatar voto urbano a socialistas y nacionalistas. Los sondeos atribuían al PP una pérdida de cuatro escaños sólo en Pontevedra. Pero los votos han negado esos pronósticos y la sangría se reduce a dos. Otro en A Coruña y otro en Lugo. En total, cuatro escaños menos que en las anteriores elecciones, contando con que los populares no recuperen uno tras el escrutinio en Pontevedra de los votos de la emigración.

Manuel Fraga alza el brazo de Xosé Crespo, jefe de la campaña electoral del PP, en la fiesta que siguió al escrutinio de los resultados.
Manuel Fraga alza el brazo de Xosé Crespo, jefe de la campaña electoral del PP, en la fiesta que siguió al escrutinio de los resultados.ULY MARTÍN
Manuel Fraga juega al dominó en un centro recreativo de Vilalba (Lugo), tras ejercer su derecho al voto.
Manuel Fraga juega al dominó en un centro recreativo de Vilalba (Lugo), tras ejercer su derecho al voto.ULY MARTÍN

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