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Columna
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Otro intento

Acaba de anunciar el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, que tiene a punto la presentación en sociedad del que va a llamar Movimiento de andaluces por el cambio y del que anuncia que se formalizará en "términos jurídicos" antes del final de año. Primero había sido aquel manifiesto de universitarios por el "derecho a la alternancia" del que nunca más se habló, acaso porque se convencieron de que nadie tiene que reivindicar el derecho a la alternancia cuando son los ciudadanos los que la deciden, o no, es decir en democracia. En todo caso, quien la quiera, debe convencer de que es la mejor alternativa para un cambio en el gobierno. Ahora, Arenas ya no habla de alternancia sino de cambio y anuncia ese Movimiento de andaluces por el cambio más afinado. No es lo mismo el cambio que la alternancia, ni es lo mismo decir que se une uno por el derecho a la alternancia, como si ese derecho no estuviera reconocido, que pretender unir a todos los ciudadanos que apoyen su idea para promover el cambio. Ahora Arenas ha afinado más. Otra cosa es lo que ese movimiento llegue a aglutinar y la capacidad que el PP tenga de convencer a una mayoría de votantes de la necesidad de ese cambio que propugna. Son muchos los que piensan que cualquier intento de poner en escena nuevas posibilidades de atracción, tan perfectamente legítimas que no hay más que esperar a ver su efecto, se le frustrarán al PP si para lograr lo que se propone, empezando por lo más difícil que es convencer a la mayoría, no se plantea cambiar la estrategia del tremendismo político en la que está embarcado, poniendo en cuestión todo el discurrir de la vida política de Andalucía, con más exceso que rigor.

Mientras el PP de Rajoy ha decidido que tiene que salir a la calle un sábado sí y otro también, para defender a los ciudadanos de las cosas de un gobierno irresponsable, en un exceso a todas luces arriesgado, el PP de Arenas ha decidido que todo vale para intentar conseguir convencer a la mayoría de los ciudadanos andaluces de la necesidad del cambio. Pero ahí, en ese todo vale, injusto y tremendista, es posible que esté, aunque ni lo reconozca, ni le parezca bien que se le observe, la inquietante debilidad para sus propios intereses, de la estrategia de Arenas.

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