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Reportaje:FÚTBOL | Segunda División

Un ascenso convulso

El retorno del Alavés a Primera se produce de la mano de Piterman en un ambiente lleno de polémicas e incomunicación

En 1986, no hace tanto, el Alavés llegaba al infierno: el descenso a la Tercera División. Y no por razones deportivas, sino por impago a sus futbolistas, algo que cuatro años atrás le había alegrado la vida cuando mantuvo la categoría por el impago de salarios del Burgos. Quince años después tocaba el cielo en la histórica final de la Copa de la UEFA contra el Liverpool que batió records de audiencia europea. Ayer volvió al cielo. El Alavés siempre ha sido un equipo inestable. Quizá por eso estaba condenado a ser dirigido por un tipo singular, el empresario norteamericano de origen ucraniano Dimitri Piterman, que ha perfumado el ascenso, con su discutible estilo, de un extraño olor a polémica.

Piterman llegó al Alavés tras la renuncia de Gonzalo Antón, el presidente de los éxitos, una vez que la masa social del Alavés no pudo o no quiso cubrir las acciones necesarias para evitar la venta del club. Piterman encontró el club que buscaba después de su tormentosa salida del Racing: una entidad pequeña, con una buena plantilla -el año anterior se quedó a las puertas del ascenso- y con el terreno abonado para sus presuntas revoluciones directivas.

Piterman no ha frustrado las expectativas: se ha enfadado con los periodistas, con las instituciones alavesas y con los patrocinadores. Todo un éxito. A los periodistas les ha prohibido el acceso a los entrenamientos, los ha calificado de sanguijuelas -todo coincidiendo con la salida de un periódico oficial del club que se vende en los quioscos- y ha decidido cobrar las entrevistas con los futbolistas, el entrenador y consigo mismo, algo que nadie ha cumplido. La incomunicación ha sido total, aunque cualquier conflicto con la prensa siempre genera adeptos, según se refleja en la página web del club. Más graves parecen los conflictos con las instituciones. El Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación de Álava no han ocultado su malestar por la mala imagen que transmite el Alavés: conflicto informativo, falta de pagos comunes en el estadio municipal de Mendizorroza, dudas sobre las recaudaciones en acciones benéficas...

El nuevo modelo, inusual en el Alavés, no ha afectado al equipo, que ha mantenido la columna vertebral en un último esfuerzo por recuperar una categoría que entiende como suya a pesar de haber militado en Primera sólo 10 temporadas. Futbolistas como Téllez, Astudillo, Edu Alonso, Sarriegi o Rubén Navarro, que vivieron las épocas gloriosas de El Glorioso, se han asociado con vestigios de Primera División como Bodipo, Nené, gran revelación de la temporada, o Bonano, además de futbolistas con oficio, clase media -Corominas, Carpintero y compañía- hasta construir un equipo sólido.

Bodipo, una de las bazas de Piterman, que se lo trajo del Racing, selló su temporada con dos goles que suponen el ascenso. Al Alavés le recorrió el cuerpo un sudor frío cuando Nino adelantó a un Elche abandonado por su público en un hermoso contragolpe. Bodipo, en otros dos, llevó al Alavés a Primera con su habitual puntería. El pink team vuelve a Primera vestido de amarillo y no está Mané, sino Piterman, presidente, entrenador y comunicador. Demasiados cargos para un equipo sencillo.

Aficionados del Alavés celebran el ascenso en las calles de Vitoria.
Aficionados del Alavés celebran el ascenso en las calles de Vitoria.L. RICO

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