El problema del agua
El jueves se presentó con todo bombo y la presencia de personajes famosos el nuevo macroproyecto de urbanización de la región de Castellón: casi 20.000 metros cuadrados que incluyen residencias secundarias, un parque temático con 12 piscinas, cascadas, seis hoteles, pista artificial de esquí (¡!), lagos artificiales, acuarios, canales y tres campos de golf. Después de la agresiva urbanización de la primera línea de playa, los promotores han conseguido, gracias a la vigente LRAU, que con razón está siendo cuestionada por asociaciones como Abusos Urbanísticos No, los permisos para transformar una zona rústica y protegida del interior para seguir especulando y avasallando con una voracidad desenfrenada en perjuicio del medioambiente y en beneficio de sus bolsillos.
La semana pasada los Ayuntamientos de Castellón y Benicàssim se negaron a recibir a la ministra Narbona y a firmar los convenios para construir desalinizadoras. Algunas de las razones que se alegan en contra tienen que ver con la protección del medioambiente. Por otro lado, parece absurdo pensar que el trasvase pueda ser la solución a los problemas de agua de la región cuando es evidente que la sequía afecta al caudal de los ríos.
Cuando se nos está advirtiendo que en septiembre habrá ya restricciones en el uso doméstico del agua si persiste la sequía, parece indecente e irresponsable la planificación de proyectos urbanizadores faraónicos que no toman en consideración los problemas medioambientales que afectan a esta región. La única explicación es el ánimo de lucro y la avaricia de unos constructores a quienes poco les importa la destrucción del litoral y, por otro lado, la falta de coordinación política para encontrar soluciones inteligentes al gravísimo problema de la desertización.
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