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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid remata su faena

El equipo blanco jugará la final de la Liga ACB cuatro años después tras eliminar a Estudiantes, del que se va su técnico

Se acabó el duelo madrileño. Cuatro años después, el Madrid vuelve a la final una vez que logró dar el pasaporte a un Estudiantes muy desacertado, sobre todo en el territorio de definición del partido. El cuarto encuentro dio el cerrojazo oficial a una serie que se decidió sicológicamente en el tercero. Sus consecuencias se hicieron notar 48 horas después. Estudiantes nunca recuperó ni las sensaciones ni el juego que le llevó hasta estas alturas de competición. El Madrid, en cambio, después de rozar el desastre, compareció con muy buena cara y por una vez, jugó los últimos minutos del partido leyendo muy bien sus opciones -aunque la de Fotsis no estaba en el guión-, y aprovechándose de los nervios de su rival, el único que podía ver el abismo a sus pies en el cuarto acto.

ESTUDIANTES 68 - REAL MADRID 74

Estudiantes: Azofra (2), Jasen (12), Jiménez (8), Patterson (4) y Garcés (16) -cinco inicial-; Rodríguez (2), Iturbe (11), Vidaurreta (0), Suárez (6), Loncar (7).

Real Madrid: Hamilton (3), Sonko (12), Bullock (14), Hervelle (2) y Bueno (8) -cinco inicial-; Herreros (3), Fotsis (20), Gelabale (10), Reyes (2) y Burke (0).

Árbitros: Martín Bertrán, Pérez Pérez y Alzuria. Eliminaron por faltas a Jasen (m. 37).

15.000 espectadores en el Palacio Vistalegre.

1º CUARTO: 16-22

2º CUARTO: 20-23

3º CUARTO: 21-13

4º CUARTO: 11-16

De forma un poco abrupta e inesperada, con el Estudiantes noqueado tanto por la oposición blanca como por sus propia problemática, la semifinal dijo adiós con un último acto donde mandaron los nervios, pero que contuvo la suficiente dosis de dramatismo y temperatura ambiental que se supone cuando estos dos equipos se enfrentan en el presente con todo el peso de su historia a cuestas.

El Madrid mandó desde bien temprano. La inclusión de Bueno en el quinteto titular fue todo un acierto, pues el pívot madridista estuvo listo y resolutivo. El partido se le puso de cara a los blancos, que en seis minutos pusieron tierra por medio (7-14). Estudiantes acusaba el golpe del viernes y su ánimo no era el habitual. Problemas de toda índole se le iban acumulando, hasta que el partido entró en la locura de los triples. Encuentros como los de esta serie dan la razón a los que piden que alejen la línea a unos cuantos centímetros de mayor distancia. Porque una cosa es que sea un arma muy interesante y atractiva para jugadores y público, que siempre las celebra de forma especial, y otra que se haya convertido en base, fundamento y recurso para todo. Está cerca el partido donde se tire más de siete metros que de debajo del aro, auténtico esperpento lógistico. Pero al menos durante unos cuantos minutos del segundo cuarto, aquello fue un festival. Hasta diez triples enchufaron entre los dos equipos en un brevísimo espacio de tiempo, y aunque el dominio no cambió de mano, el espectáculo fue digno hasta el descanso (36-45).

Errores

El Madrid, y no es novedad, llegó tarde al segundo tiempo. En tres minutos perdió todo lo atesorado con gran trabajo durante el primer acto (10-0 de parcial) y el supuesto base Hamilton, con una ristra de errores, tanto de precisión, como de apreciación tuvo mucho que ver en ello. Es curioso cómo la serie se ha ido quedando, partido a partido, sin mando en cancha. Sergio Rodríguez se ha venido un poco abajo perdiendo influencia y Azofra, que sigue comportándose como un auténtico director de operaciones, tiene los minutos contados por cuestiones evidentes. El Madrid, por su parte, bases en el sentido clásico de la palabra ni los tiene. Algo habrá visto Maljkovic en Hamilton, seguramente su pujanza defensiva, porque de dirigir a un equipo, nada de nada. Sonko tampoco es de fiar en esos menesteres, y si le toca a Bullock, pierde eficacia ofensiva al gastar tiempo y energía en mover a sus compañeros. En estas circunstancias no debe extrañar los vaivenes que ha dado la semifinal, los cambios de panorama, las mil y una imprecisiones, la incapacidad de mantener una ventaja o de hacer lo que se debe y cuando se necesita. Son los efectos colaterales que se originan uno detrás de otro cuando nadie es capaz de gobernar el desarrollo de los acontecimientos.

A falta de un base que pusiese criterio, Gelabale y Fotsis salieron en auxilio de su equipo para parar la sangría. El partido, una vez igualado (46-45, minuto 5 del tercer cuarto) entró en una fase de indefinición a la espera que alguien o algo rompiese el equilibrio. Costó un mundo, pues nadie era capaz de encadenar dos buenas acciones seguidas. Menos mal que había emoción, porque el juego tuvo tal cantidad de errores, malos pases y decisiones de difícil entendimiento que necesitaría todos los tópicos del estilo "había mucho en juego" para justificarlo. Al final el Madrid aguantó mejor las pulsaciones, manejó con eficacia los tiempos y una vez logrado el éxito, pudo levantar los brazos, enseñar que debajo de esa apariencia robótica se esconden emociones y comenzó a pensar en el Tau. Estudiantes, con la despedida de su técnico, Pepu Hernández, se marchó cabizbajo y barruntando su pena. Pero esta vez no hubo injusticia a la que acogere. El Madrid fue mejor.

Gelabale intenta encestar ante la oposición de Jiménez.
Gelabale intenta encestar ante la oposición de Jiménez.EFE

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