"El Gobierno hizo propaganda con los batallones"

Pedro Barruso (San Sebastián, 1963) acaba de publicar el libro Violencia política y represión en Guipúzcoa durante la Guerra Civil y el primer franquismo (1936-1945), de la editorial Hiria, donde analiza la "ola de violencia desconocida" que se abatió sobre esta provincia desde el verano del 36.

Pregunta. ¿Cuál es la principal aportación de su libro?

Respuesta. Es un estudio integral, que aborda la represión desde todas sus vertientes. Se citan los juzgados por consejos de guerra, los depurados económicamente, los represaliados en la enseñanza, en la administración, el fusilamiento de 13 sacerdotes... Y hay una comparativa entre la represión republicana y la franquista.

P. ¿Se desmonta alguna teoría?

R. Siempre se ha barajado la cifra de mil ejecutados, pero de momento sólo se ha podido documentar a casi 500, que es muchísimo. También se ha puesto de manifiesto que la represión fue dura, en especial contra el nacionalismo. En realidad, el nacionalismo no fue la única víctima del franquismo, sino todo el arco opositor: socialistas, comunistas, anarquistas y nacionalistas. No es una guerra contra el nacionalismo. En modo alguno es una guerra de liberación nacional.

P. ¿Hubo mucha represión en Guipúzcoa?

R. La violencia republicana fue cualitativamente muy intensa, porque los muertos fueron figuras destacadas y se produjeron en un periodo breve, entre julio y septiembre de 1936. En cambio, la violencia franquista fue más duradera y contra más sectores de la población. Procesaron a 1.600 personas, con lo que colapsaron la justicia. Guipúzcoa era una provincia traidora y como tal tenía que pagar su tributo.

P. ¿Quedan documentos por desclasificar?

R. Pocos. Vamos avanzando. No obstante, el Archivo de El Ferrol es una pila de papeles desordenados; falta que la Iglesia abra sus archivos de par en par (a mí se me negó el acceso al archivo del cardenal Gomá en Toledo) y mejorar los de Guadalajara, la Policía y la Guardia Civil.

P. ¿Por qué fue tan polémico el tema de los batallones de trabajadores?

R. Fue una polémica políticamente manipulada. Yo salí bastante decepcionado. Al final se vio que el Gobierno vasco no estaba interesado en facilitar las investigaciones. Se utilizó a las víctimas para una operación de propaganda política. Y me parece indignante que cuando se le dijo al portavoz de la presidencia de Izquierda Unida si estaban dispuestos a invertir 100.000 euros en cerrar el proceso de investigación respondió "para qué". Realmente, impulsar la investigación es un derecho que tienen las víctimas y una obligación nuestra facilitárselo.