_
_
_
_
Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

Prepararse para dejar de trabajar

Más de 800 empleados de Unión Fenosa han realizado cursos específicos con vistas a su jubilación

Amaya Iríbar

Miles de españoles se jubilan o prejubilan cada año. Tras toda una vida de trabajo, muchos no saben cómo enfrentarse a este cambio. Algunas empresas intentan enseñar a sus empleados a hacerlo. Es lo que hace desde 1981 Unión Fenosa, por cuyos cursos de preparación a la jubilación han pasado ya casi 850 empleados. Su contenido va desde cómo resolver los aspectos legales relacionados con la pensión a cómo sacar el mayor partido al tiempo libre.

El curso trata aspectos legales y fiscales, pero también de salud, relacionados con la familia o con cómo ocupar el tiempo libre
Los contratos de relevo permiten adaptarse a la jubilación de forma paulatina. El año pasado se beneficiaron de ellos 15.780 trabajadores

Casi 67.500 españoles se han jubilado durante el primer trimestre del año. De un día para otro han pasado de dedicar buena parte de su jornada a trabajar, a tener todo el tiempo libre del mundo, de contar con un sueldo a vivir con una pensión. El cambio es demasiado brusco y son pocos los que están preparados para el mismo.

Algunas empresas, todavía una minoría en España, intentan hacer más llevadero este choque a través de cursos especializados. Es lo que hace Unión Fenosa desde hace casi 21 años. Durante cinco días encierra en una residencia propia en la serranía de Cuenca a los trabajadores que tienen previsto jubilarse durante el año y a sus cónyuges porque "la jubilación les afecta a ambos, los problemas son compartidos", explica Luis Nieto, director de Gestión de Recursos Humanos de la eléctrica, quien asegura que no conoce otra compañía española que tenga una iniciativa similar.

Desde 1981 han pasado por estas aulas 844 trabajadores. En el último de estos cursos, celebrado el mes pasado, se reunieron 96 personas (una cincuentena de trabajadores y sus respectivas parejas), lo que supone dos terceras partes de los que tienen previsto jubilarse a lo largo de 2005. El curso tiene carácter voluntario y es gratuito.

La idea es que los participantes analicen los problemas a los que se enfrentarán en breve y qué posibilidades tienen ante sí. Así que hablan de los aspectos legales de la jubilación, de las pensiones y su fiscalidad, pero también de salud, de la familia o de cómo ocupar el tiempo libre. El curso está organizado en charlas-coloquio con expertos de cada uno de los temas, de tal forma que los asistentes puedan resolver todas sus dudas sobre el cambio que se les avecina, y tiene un fuerte componente práctico. Más de 60 especialistas han participado en el diseño del programa, que sufre ligeros cambios cada año.

Pepa Barrera, de 59 años, ha participado este año con su marido, que se prejubiló hace unos años tras haber trabajado durante más de 40 para la compañía eléctrica. Esta ama de casa temía el momento en que su esposo dejara de trabajar, aunque ahora reconoce que "se ha adaptado muy bien". El curso le ha parecido interesante y, sobre todo, "un detalle" por parte de la compañía. El responsable de recursos humanos de Unión Fenosa explica que el programa responde al concepto que la compañía tiene de "empleados para toda la vida".

Este tipo de cursos de preparación para la jubilación no son muy habituales en la empresa española, reconoce Sandalio Gómez, profesor de la escuela de negocios IESE, que ha investigado el impacto de la prejubilación en la empresa y los trabajadores. Hay iniciativas sueltas como la de Unión Fenosa, y algunas mutuas de accidentes laborales ofrecen cursos parecidos dirigidos a funcionarios y otros trabajadores de la Administración.

Para el experto del IESE, el punto fundamental que debe superar un jubilado o un prejubilado que no va a volver a trabajar es de tipo psicológico: "Tienen una tremenda sensación de inutilidad. Deben encontrar un nuevo rol en la sociedad y es difícil hacerlo de golpe", asegura. Más si se tiene en cuenta que la esperanza de vida de los españoles está entre las más altas del mundo y supera los 75 años, lo que quiere decir que cuando se jubilan les quedan de media 20 años de una vida totalmente diferente.

Periodo de adaptación

Por eso es importante que exista un periodo de adaptación, que el cambio se produzca de forma paulatina y no de golpe, como son la mayoría de las jubilaciones. En este sentido, Sandalio Gómez destaca que una posibilidad son los contratos de relevo, que tienen ventajas fiscales para las empresas, y que permiten a un trabajador de entre 60 y 65 años reducir su jornada a cambio de contratar a un joven para sustituirle, primero de forma parcial y definitivamente cuando llega la jubilación.

Estos contratos aún no están muy extendidos, si bien crecen ligeramente cada año. Hasta el pasado mes de abril, se habían firmado 6.638 contratos de jubilación parcial, frente a los 15.780 de todo 2004. El año anterior habían reducido su jornada 10.237 trabajadores a punto de jubilarse. Empresas como la automovilística Seat han utilizado estos contratos, que permiten a las personas a punto de jubilarse irse adaptando poco a poco a su nueva situación.

Estos números son aún pequeños si se comparan por ejemplo con los más de siete millones de ciudadanos que ya están en edad de jubilación o con los 100.000 que se acogerán a la jubilación anticipada este año, según la estimación realizada el mes pasado por el director del Instituto Nacional de la Seguridad Social, Fidel Ferreras. Es razonable pensar que seguirán creciendo en el futuro. Igual que cada vez más empresas, sobre todo las más grandes, se han acostumbrado a ofrecer servicios a los empleados despedidos para ayudarles a encontrar un nuevo trabajo, parece lógico que también piensen en asesorarles cuando terminan su vida laboral de forma natural.

Un grupo de empleados de Unión Fenosa durante el curso de preparación a la jubilación.
Un grupo de empleados de Unión Fenosa durante el curso de preparación a la jubilación.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_