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Reportaje:ELECCIONES GALLEGAS | La batalla por el voto

La campaña gallega arranca con aires de cambio

Fraga, Touriño y Quintana abren en Santiago una dura pugna, con las encuestas en contra del PP

Las tres formaciones que integran el Parlamento gallego, el PP, el BNG y el PSdeG, abrieron anoche en Santiago de Compostela, en un ambiente de máxima expectación, la campaña electoral que durante 15 días las enfrentará en una apretada disputa por la presidencia de la Xunta. Manuel Fraga, jefe del Ejecutivo autónomo en las cuatro últimas legislaturas, vuelve a partir como favorito, ya que previsiblemente su partido será de nuevo el más votado, pero los sondeos apuntan que su largo mandato podría haber llegado a su fin. Si no renovase la mayoría absoluta, habría un Gobierno de coalición que llevaría al socialista Emilio Pérez Touriño a la presidencia en coalición con los nacionalistas de Anxo Quintana. Un total de 2.616.793 electores tienen la palabra el 19 de junio.

El líder del PSdeG se presenta como el garante del "cambio tranquilo" y confía en el apoyo del BNG
Los nacionalistas están en condiciones de entrar por primera vez en el Gobierno autónomo
El presidente de la Xunta afronta el reto de lograr por quinta vez consecutiva la mayoría absoluta

Manuel Fraga compite contra los sondeos. El principal lastre de su candidatura es su edad, 82 años. A ello se unen el desgaste de un Gobierno con cuatro mandatos consecutivos y el hecho de que el PP ya no está en La Moncloa. El PP tiene ahora 41 de los 75 escaños en el Parlamento de Galicia. Necesita mantener, al menos, 38, pero la mayor parte de las encuestas predicen que quedará por debajo de ese umbral de la mayoría absoluta.

Ayer mismo, el presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, barajaba un escenario con menos de 36 escaños para los populares y daba por hecho un pacto entre socialistas y nacionalistas. En su opinión, ese nuevo Gobierno sería bueno para Galicia y también para España. El PP, pese a todo, espera ganar a las encuestas, y para ello confía en la movilización de sus gentes y en el voto de la emigración.

El octogenario candidato popular ha diseñado una apretada agenda de actos por toda Galicia. Durante la última semana de campaña le acompañará en los mítines Mariano Rajoy, el líder del PP nacional, que pasará en Galicia nueve de los quince días. Rajoy también se juega mucho en estas elecciones. Él es gallego, Galicia es un histórico bastión popular y una derrota allí reforzaría considerablemente tanto a Zapatero como a su modelo de Ejecutivos en coalición con los nacionalistas.

El argumento básico del PP en esta campaña será, precisamente, que "los Gobiernos de coalición con los nacionalistas no son buenos para Galicia". Y que una Xunta presidida por el socialista Pérez Touriño sólo será "un satélite" de lo que decida "el Gobierno tripartito catalán".

El PSdeG abrió anoche la campaña con la aspiración de alcanzar por primera vez en su historia la Xunta en unas elecciones. La única vez que los socialistas llegaron al poder en esta comunidad de tradición conservadora necesitaron una moción de censura, y la experiencia sólo duró dos años. El PSdeG cuenta ahora con el viento a favor. El Gobierno central echará el resto, y el propio Zapatero participará tres veces en la campaña. Pero sobre todo, los socialistas van a repetir machaconamente la idea de que ellos son "el futuro, el cambio", frente a los populares que presentan a su veterano candidato por quinta vez, después de cuatro mayorías absolutas.

Por eso Pérez Touriño, de 56 años, se presenta como la "modernidad", e incluso luce un aspecto joven, con chaquetas de cuero. Su campaña y su discurso son similares a las que llevaron a Zapatero a La Moncloa. El candidato socialista ha copiado incluso la idea del "cambio tranquilo" y el respeto al adversario, del que reconoce los méritos y al que evita insultar. La clave para el éxito es la misma: movilización masiva del voto potencial de izquierdas, especialmente el juvenil y femenino. A este último se dirige la promesa de un Gobierno paritario.

El PSdeG sabe que es muy difícil romper la hegemonía del PP en la Galicia profunda, donde los populares han hecho un trabajo casa por casa durante años, generando una fidelidad muy sólida. Pero los estrategas de Touriño están convencidos de que toda esa fortaleza del PP no valdrá para nada si los jóvenes de las ciudades deciden ir a votar en masa, como sucedió en las últimas generales, y antes en las municipales.

El Bloque Nacionalista Galego afronta los comicios sin encontrarse en su mejor momento, pero tal vez esté a punto de iniciar también un histórico momento político. Todo depende de si Fraga fracasa o no en su reto de alcanzar por quinta vez la mayoría absoluta.

El senador Anxo Quintana, de 46 años, podría convertirse en el cargo institucional con más poder del nacionalismo gallego si se corroborasen los augurios demoscópicos, aún con la paradoja de que descienda el apoyo a su organización. Quintana, que cuenta con la difícil tarea de sustituir al histórico Xosé Manuel Beiras, se presenta con un discurso moderado y con el aval de su brillante etapa como alcalde de Allariz (Ourense), el símbolo de la gestión del BNG.

La alternancia política permitiría suavizar el revés numérico que vaticinan los sondeos para el Bloque, que perdería la posición de segunda fuerza política que ocupa desde 1997, cuando superó por vez primera al PSdeG en la cifra de escaños. Fue el momento más dulce de los nacionalistas, que habían logrado en una sola década crecer de la mera posición testimonial -contaban con un único diputado en la legislatura 1985-89- hasta los 18 representantes entre 1997 y 2001. Al frente de esa exitosa trayectoria figuraba Xosé Manuel Beiras, que también encabezó la candidatura nacionalista de los últimos comicios, cuando ya se hizo visible cierto desgaste en el respaldo del electorado.

Aunque el BNG mantuvo entonces su papel de segunda fuerza en el número de votos, empató a escaños con el PSdeG (17). El resultado no fue ajeno a la retirada de la escena de Beiras. La renovación comenzó con una mesurada elección de Quintana como nuevo líder y cartel electoral (logró más del 70% del apoyo de la militancia) en noviembre de 2003, pero derivó en un airado portazo de Beiras a su sucesor y a la organización hace pocos meses por desavenencias sobre su puesto en las candidaturas. Ahora es el turno de Quintana.

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