Cosas inexplicables
Hace pocos días vi, casi al mismo tiempo, dos cosas más de las inexplicables en nuestra jardinería de clima seco, en Colmenar Viejo: a la una de la tarde estaban regando con aspersores y agua limpia la mediana de césped de la calle de Molinos de Viento y hacía poco habían hecho el último destrozo con las máquinas que les encantan a las contratas de jardinería.
Porque ya he visto que en jardinería municipal madrileña lo que más les gusta hacer a la mayoría de los hombres que trabajan en ella es, con máquinas que hagan ruido y gasten energía (o sea, sierras, cortadoras, segadoras de molinillo, segadoras de césped, cavadoras y soplapolvos y hojas), quitar: segar, cortar, podar, serrar, desmochar, talar... y destruir, en lugar de poner: regar, plantar especies idóneas, remover la tierra, abonar, rehacer los caminos (recebado), pintar los bancos puestos a la sombra, reponer las papeleras, limpiar y arreglar las fuentes y otro mobiliario y observar las plantas, aprender y dar cuidados de modo que luego puedan sentirse orgullosos de su trabajo bien hecho, que redunda en la belleza del jardín y la calidad de vida de los ciudadanos grandes y pequeños.
Lo que habían hecho en los alcorques de la acera del Paseo del Redondillo era segar la poca hierba con la rotadora y, a la vez, como les pasa otras veces, habían quitado la corteza en casi todos los lados de la base. Si la quitaran en todo el círculo el árbol moriría, como he visto en ocasiones.
Y, además, donde se siega la hierba la tierra se protege menos del sol que seca y mayo parece agosto. Así parece el parque de la Ronda Oeste que tiene, como muchos parques de Colmenar, árboles y hierba natural que otros años estaba más espesa de malvas, amapolas, magarzas y azules chupamieles. Bueno, pues las poquitas flores que salieron este año pintando un poco lo seco, esos mismos días fueron rapadas por los rapahierbas, que incluso afeitan las hierbitas que nacen en las grietas de las piedras berroqueñas, frecuentes en nuestros jardines.
Ya sólo se ve amarillo y la tierra desprotegida. Y el mismo destrozo han hecho podando ferozmente, cuando van a florecer, las madreselvas (estupenda enredadera adaptada al clima) de la alambrada del campo de baloncesto o dejando unos olivos redondos que adornaban la calle de la Magdalena en tres brazos con un plumero, justo ahora.
Y además tenemos las consecuencias de las feroces podas del año pasado en árboles que no son de la tierra. En la calle de Las Huertas, en la calle del Real y otras, terciaron los aligustres de bola con la sierra de tal manera que ya se secaron unos cuantos y otros, debilitados, no han podido soportar los hielos de febrero pasado. Eso demuestra que es mejor poner especies de la tierra, espino albar o lilas, en vez de poner otros grandes arbustos de flor, como las mimosas, que se helaron.
Resumiendo, los jardineros deben cuidar los elementos de los jardines, plantar especies menos exigentes de agua, regar con agua reciclada, ser dirigidos por un técnico experto en jardinería del Ayuntamiento y con el apoyo de otro técnico de Medio Ambiente también municipal; todo ello está ausente en Colmenar Viejo.
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