Una mujer, a toda pastilla
Danica Patrick, de 23 años, a punto de ganar las 500 millas de Indianápolis
Quedó cuarta, pero fue el centro del espectáculo de las legendarias 500 Millas de Indianápolis y desencadenó la euforia de más de 300.000 espectadores, que creyeron durante unos minutos que iban a ser testigos de algo único. Danica Patrick, una novata de 23 años, estuvo a punto de hacer historia al rebasar al británico Dan Wheldon -ganador de otras tres carreras de la liga Indy esta temporada- y tomar la primera posición cuando faltaban 10 de las 200 vueltas para llegar a la línea de meta. Pero el esfuerzo se tradujo en un bajón de combustible que se reveló decisivo, y la ilusión duró cuatro vueltas: en la 194, Wheldon recuperó el liderazgo y entró primero. Aún así, por primera vez en los 89 años que han cumplido las 500 Millas, una mujer estuvo tres veces a la cabeza de la carrera.
En un mundo automovilístico como el norteamericano, dominado por la fórmula NASCAR -vehículos más pesados, reglas más libres, carreras más espectaculares, todo lo cual se traduce en más dinero y más espectadores- y en el que la liga Indy se apoya en las 500 Millas para recuperar el prestigio y la popularidad de hace 30 años, la victoria de Patrick hubiera sido fundamental. No pudo ser, aunque su participación ayudó enormemente, y al final fue Wheldon el que ofició dos de los símbolos de Indianápolis: es la única carrera en la que el vencedor besa los ladrillos -procedentes del circuito original de 1909- que marcan la línea de meta y en la que no ducha con champán a los que están alrededor, sino que se echa encima, o se bebe, una botella de leche (tradición que reside en la foto en la que Louie Meyer, tricampeón en los años treinta, homenajeó el negocio casero de su madre).
Michael Andretti, propietario de la escudería y miembro de la histórica familia -golpeada por la mala suerte desde que el gran campeón, Mario Andretti, ganó las 500 Millas en 1969- se retiró en 2003 sin haber saboreado nunca la victoria, pero dijo el domingo que se sentía "igual de bien" que si hubiera ganado él. "¡Es la leche más dulce que he bebido en mi vida!", dijo.
La carrera fue emocionante, con 27 cambios en la cabeza -la segunda de la historia con más modificaciones- y con varios problemas para Danica Patrick, que empezó bien pero que tuvo un golpe en la vuelta 155 que le obligó a entrar en boxes. Recuperó posiciones, pero hizo su último pleno de gasolina creyendo que tendría suficiente y no aprovechó otra oportunidad para completar el depósito en la 172. Y casi salió bien la apuesta. "¡Guau, vaya día!", dijo Danica, que asumió sus errores de novata pero que quedó satisfecha de lo que había demostrado: que una mujer -no fue la primera en la carrera; Janet Guthrie quedó novena en 1978- es competitiva en un mundo dominado por los hombres y que estuvo a punto de hacer historia en Indianápolis.
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