El Espanyol abraza la UEFA

De manera autoritaria, con determinación, sin las dudas de otras veces, el Espanyol se impuso al Athletic y, después de cinco temporadas, regresa a Europa, a la UEFA. No pudo llevarse el premio gordo por un pelo, pues el Betis empató en Mallorca después de que el Sevilla perdiera. Pero, tras flirtear con el descenso en las últimas campañas, el quinto puesto resulta ser goloso como pocos.

Se concentró la plantilla del Espanyol los días previos al encuentro para alejarse de las presiones externas y prepararse mentalmente para una final. Pero el jalear insistente de la grada, al principio, le perjudicó. Habituado a la media entrada -unos 20.000 espectadores de media durante la Liga-, el griterío de la afición le amedrentó e intimidó. Canalizar los ánimos y coordinar el corazón con la cabeza, pues, resultó ser su tarea principal. El gol válido pero ilegal de Velamazán, ayudó de manera determinante. Maxi, que empapó de sudor la camiseta más que nunca, recibió un balón cerca del área y, generoso, tras plantarse solo ante Aranzubia, cedió el cuero al Velamazán. Éste, que simplemente tuvo que empujarlo al fondo de las mallas, estaba en fuera de juego posicional cuando el argentino comenzó la jugada.

Aunque no varió Lotina el sistema habitual, sí que modificó alguna ficha del puzzle. Consecuente con la idea de poner a los que mejor y más rendimiento pueden ofrecer, no le tembó el pulso y sentó a Ibarra y Amavisca en favor de Jarque y Velamazán, trascendentales ambos en la recta final del campeonato. Y acertó de pleno. De hecho, del Athletic poco se supo. Más bien, nada. Motivado en parte porque al adelantar el Espanyol la línea defensiva más de lo habitual, Llorente - sucesor natural de Urzaiz y único punta anoche-, era menos peligroso lejos del área que merodeando las inmediaciones de Kameni. Aún así, a pesar del dominio blanquiazul, el encuentro fue largo rato atrabancado, carente de fútbol y resoluciones ofensivas. Ni De la Peña, ni Orbaiz, encargados de dirigir el juego de sus respectivos equipos, encontraban huecos.

El testarazo de Lopo, que remató con gran acierto un saque de esquina que lanzó Lo Pelat, fue el tanto que sentenció el encuentro. La grada, entonces, aunque miraba al césped y festejaba el pasaporte a Europa, tenía enfocados los cinco sentidos en Mallorca y Sevilla.

Antes de empezar la Liga, alcanzar Europa sonaba a ilusión óptica; antes de comenzar el partido, el objetivo se decía probable. Una vez acabado, aunque no se logró la Champions, la UEFA se presenta como un buen regalo después de cinco años de ausencia. Más si se tiene en cuenta que el año pasado, el Espanyol eludió el descenso en la última jornada. Artífice del éxito este año, Miguel Ángel Lotina.