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FÚTBOL | 38ª y última jornada de Liga

"Esta final no la podía perder", afirma Cúper

El feliz griterío que se desató sobre el terreno de juego de Son Moix al finalizar el encuentro fue el mejor espectáculo que ofreció ayer el Mallorca-Betis. Los jugadores del equipo balear celebraron por todo lo alto la permanencia con una afición entregada que sufrió hasta el último instante. Nadie se podía creer del todo la gesta que acababa de firmar el conjunto rojillo en este final de temporada, encadenando siete partidos invicto y aprovechando la pésima racha del Levante, para agarrarse a la Primera.

Mientras la marea roja inundaba Son Moix, en un rincón del estadio saltaban los jugadores del Betis a coro con su afición, unos 250 seguidores que se habían desplazado a la isla. La estampa general era de euforia incontrolada.

El mallorquín Llorenç Serra Ferrer, triunfal técnico del Betis, pusopalabras a esos sentimientos: "Ha sido un partido muy angustioso, con los dos equipos atenazados por al ansiedad, pero para mí este ha sido el final ideal, perfecto. Quiero felicitar al Mallorca por lo que ha sabido hacer, y, sobre todo, al Betis y a su afición. Como mallorquín y como entrenador del Betis, estoy feliz".

El artífice de la salvación balear, el argentino Héctor Cúper, tardó en aparecer ante los medios, y cuando lo hizo fue para romper a llorar entre los aplausos de los presentes. "Ha sido una noche extraordinaria y no sé hasta cuándo podré seguirles hablando. Me vienen a la cabeza los momentos más duros, cuando lo pasamos mal, y creo que el equipo ha hecho un milagro futbolístico, uno de esos milagros que sólo se producen cuando se ha tocado fondo". Cúper tuvo palabras de elogio para sus jugadores, calificó de "resurrección" el espectacular final de temporada del conjunto balear y se jactó de haber demostrado que "hasta el rabo todo es toro".

Durante su primera etapa en España, al argentino se le colgó el sambenito de ser un entrenador incapaz de ganar finales. En 1998, dirigiendo al recién ascendido Mallorca, cayó ante el Barcelona en la final de la Copa del Rey. Pero el estigma se forjó en 2000 y 2001, cuando el Valencia de Cúper perdió dos finales consecutivas de la Copa de Europa, ante el Real Madrid y el Bayern de Múnich.

Ayer, Cúper acabó su intervención emocionado: "Se ha dicho que esta final no la podía perder... y es sin duda la final más emocionante que he vivido", se confesó el argentino, que no pudo proseguir, embargado por las lágrimas.

La fiesta en Palma se prolongó hasta bien entrada la noche, con miles de coches haciendo sonar los cláxones por las calles.

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