El espejo de los jóvenes
Con la desvergüenza torera de las figuras actuales y la tristísima estampa de la nueva hornada de novilleros. Serán necesarias muchas plataformas para defender una fiesta que, a veces, da toda la impresión de estar bajo mínimos. Ayer fue uno de esos días en los que la desolación prende en los aficionados cuando comprueban que la novillería andante parece ausente, no sabe, no contesta, y surge la inquietante reflexión: con estos chavales, las figuras que a todos nos tienen hoy engañados pueden durar una eternidad. No hay renovación, no hay savia nueva que revitalice una fiesta amuermada por la mala fe de muchos de los que de ella viven, y viven muy bien.
Quizá el problema resida en que la chavalería no tiene otro espejo que el de las mentirosas figuras, y así les luce el pelo. Es una pena tener que admitirlo, pero torean muy mal, desprenden una tristeza que parece congénita, y son muy aburridos; ni una pizca de creatividad, ni de sentimiento, ni de gusto torero. Y lo más grave es que algunos de los novillos de Ortega Cano -buen debú del ganadero- fueron de puro almíbar, muy blandos, pero muy nobles; otro, como el 5º, una auténtica joya de encastada nobleza. Pero este tipo de novillos exige toreros de aroma y sabor, de dominio, hondura y sentimiento, y de todo ello hubo ayer poquitas dosis en Las Ventas.
Yerbabuena / Lancho, Mora, González
Novillos de Yerbabuena, el 3º devuelto por inválido, bien presentados, blandos y muy nobles; destacaron el 2º y, especialmente, el 5º, bravo y encastado. El sobrero, de El Cahoso, manso. Israel Lancho: seis pinchazos -aviso- y media (silencio); estocada (ovación). David Mora: estocada -aviso- (ovación); estocada -aviso-, un descabello y el novillo se echa (oreja). Andrés González: tres pinchazos, estocada -aviso- (silencio); dos pinchazos y estocada casi entera (silencio). Plaza de Las Ventas, 24 de mayo. 2ª novillada de feria. Casi lleno.
Israel Lancho consiguió una magnífica estocada en el cuarto de la tarde, y fue lo único destacado de su actuación. No le beneficia nada su gran altura y, por lo visto, el compromiso le vino grande. Ha toreado poco, pero quizá su problema reside en que ofrece una imagen poco atrayente, sin salero alguno; parece estar inhibido durante la lidia y no concede importancia a lo que hace, sobrado de monotonía. No demostró que le adornen muchas cualidades y la faena a su primero transcurrió entre la ignorancia general. Muy valiente ante el cuarto, no aprovechó sus buenas condiciones y dejó pasar una buena oportunidad. Mención aparte merece el tercero de su cuadrilla, Jesús Carvajal, torerísimo en un par de banderillas.
Tiene madera David Mora. Al menos, así pudo atisbarse en una preciosa media verónica con la que cerró un quite en el cuarto, y en las hondas verónicas con las que recibió al quinto, gustándose mucho y bajando las manos. Se llevó el lote de la tarde, especialmente el bravo y encastado quinto, un novillo de lío, pero el único que lució fue el novillo, codicioso y largo en todos los tercios. Mora se colocó siempre perfilero y se olvidó de que el toreo es cargar la suerte. Algunos pases fueron estimables, pero quedó la pobre impresión de que había perdido una ocasión de triunfo grande. También dio muchos pases y toreó poco al noble segundo.
Andrés González también dijo pertenecer a la cuadrilla de la modernidad. Torea hacia fuera y con la muleta retrasada. Y así no es posible la emoción. Como no cambien de espejos, estos chavales no se harán millonarios vestidos de luces, y cualquiera sabe el futuro que le espera a la fiesta.
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