Pablo Hermoso de Mendoza: "El rejoneo vive una etapa de oro"

Pablo Hermoso de Mendoza (Estella, Navarra, 1966) es, sin duda, la figura más sobresaliente del rejoneo actual cuando está a punto de cumplir 16 años de alternativa. A pesar de su veteranía y sus triunfos en la plaza de Las Ventas, afirma que la corrida de esta tarde supone para él "el momento clave de la temporada, porque debes marcar tu nivel y tu categoría, y demostrar el momento en que te encuentras".

Reconoce que lleva mucho tiempo subido en el carro del triunfo, "pero lo más difícil es mantenerse", añade, "y, por fortuna, yo lo voy consiguiendo; estar arriba es mi objetivo y mantener la cabeza clara para marcharme antes de que empiece a ir a menos".

Asegura que atesora la misma ilusión de siempre, aunque de manera diferente: "Antes me preocupaba más dominar la técnica y hacer un toreo más arriesgado; hoy me inclino por un sentido artístico de la lidia que me satisfaga más íntimamente".

A la hora de analizar la responsabilidad de sus caballos en el triunfo o en el fracaso, Hermoso de Mendoza lo tiene claro: "Creo que es el rejoneador el único culpable de lo bueno y de lo malo; él debe poner la inteligencia, y de él depende que el caballo llegue en un momento de forma óptimo a las citas importantes". Piensa que el rejoneo ha sufrido un gran cambio en los últimos años. "Yo creo que ha habido una revolución", afirma, "y ahora estamos viviendo una etapa de oro; lo importante es que los más jóvenes cuiden ese prestigio en la plaza y fuera de ella".

Hace tiempo, Hermoso de Mendoza abogó por la eliminación de las colleras en el rejoneo, y no participó en la pasada Feria de Abril por negarse a actuar en corridas de seis rejoneadores. "Lo hice porque de ese modo se elimina la posibilidad de salir por la puerta del Príncipe; algunos salen con dos orejas, pero no es mi caso".

¿Caballo o toro? "Sin el toro puedo ser feliz; sin el caballo no entiendo mi vida".

La corrida de hoy: Toros de Fermín Bohórquez, para Fermín Bohórquez, Pablo Hermoso de Mendoza y Álvaro Montes. A las siete de la tarde.