Con la religión por argumento
La culpa de todo es de los romanos, que condenaban a los sediciosos a morir en la cruz, pero que no dejaban registros de cada sentencia. Obviando los evangelios, sólo un historiador judeorromano, Flavio Josefo, que escribe alrededor del año 93, menciona de pasada la lapidación de un tal Santiago, hermano de Jesús, "quien era llamado Cristo".
Ante esa falta de fuentes fiables, las conjeturas han encontrado siempre terreno de sobra. La última fiebre la desató Dan Brown hace dos años con la publicación de El código Da Vinci, una trepidante novela protagonizada por Robert Langdon, un experto en simbología que rastrea el mayor secreto de la Iglesia codificado en los cuadros de Leonardo.
Los libros de intriga con trasfondo religioso no han parado de sucederse desde entonces. El enigma Vivaldi (Debolsillo), de Peter Harris, también se interroga por las circunstancias que rodearon la muerte de Jesús a partir de las pesquisas de un músico español en Venecia. El guardián de los arcanos (Plaza & Janés), de Paul Sussman, combina tres escenarios: la revuelta de los hebreos contra la dominación romana en el año 70, la invasión nazi de Francia y una excavación arqueológica en Egipto.
Julia Navarro, que se dio a conocer el año pasado con La hermandad de la Sábana Santa, también recurre a la arqueología en su nueva novela La biblia de barro (Plaza & Janés). El hallazgo de una placa de barro que demuestra la existencia histórica de Abraham desencadena una aventura que cuenta con enigmas, persecuciones, asesinatos y tráfico de obras de arte entre sus ingredientes.Del propio Dan Brown se publicó hace ocho meses Ángeles y demonios (Umbriel), novela que ya ha vendido más de 1.600.000 ejemplares. El libro, escrito antes que El código Da Vinci y protagonizado también por el mismo personaje, Robert Langdon, combina sociedades secretas, manuscritos codificados y conjuras contra la Santa Madre Iglesia.
Hace una semana se produjo el lanzamiento de otra novela de Dan Brown, escrita hace cuatro años y traducida ahora con el título de La conspiración (Umbriel). La analista Rachel Sexton y el oceanógrafo Michael Tolland son enviados por la Casa Blanca al norte de Alaska con el propósito de autentificar un fabuloso hallazgo de la NASA. Aislados en el Ártico, los protagonistas se ven envueltos en un fraude científico que desencadena una persecución a muerte.
El libro no aborda asuntos religiosos. En caso de convertirse, como es de esperar, en un éxito de ventas, puede que marque la pauta de un regreso al thriller político clásico. En el nombre de Dios y de Estados Unidos.
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