Rebelión en Getafe
Gallardo, reacio a enfrentarse al Sevilla, equipo que le tiene cedido y se juega la 'Champions'
Llegó al equipo por petición expresa del entrenador Quique Flores pero su juego no cuajó en Getafe. De contar en los esquemas iniciales del técnico, Francisco Gallardo pasó, con suerte, a calentar el banquillo. Sevillista confeso, su caída en desgracia la fue rumiando por las esquinas del Coliséum Alfonso Pérez, hasta que ayer se mostró reacio a medirse el domingo al club hispalense.
"Si Quique me dice que juegue, en la situación en la que estamos, le diría que no, que no juego. Distinto sería si el Getafe se jugara algo. Entonces sí lo haría", soltó Gallardo, cedido este año en el equipo madrileño al no contar tampoco en los planes de Joaquín Caparrós, el técnico del Sevilla. A dos jornadas para el final del campeonato, el Sevilla ocupa la cuarta plaza de la Liga -que da acceso a la ronda previa de la Liga de Campeones- con 59 puntos, uno de ventaja sobre el Betis. Ambos, junto a Villarreal (tercero, con 61) y Espanyol (sexto, con 57), están a la greña por un puesto en la competición euroepa. El Getafe está salvado desde hace tiempo.
Las palabras del interior derecho sorprenden cuando, aunque quisiera, no podría jugar contra el equipo de sus amores. Así lo estipula una cláusula en su contrato que Gallardo pareció olvidar. "Creo que no es lo más oportuno que juegue, porque todos los ojos van a estar fijos en mí; si lo hago bien me voy a ver perjudicado porque tengo que volver este verano allí, y si juego mal mis compañeros [del Getafe] me pueden mirar con otros ojos", desgranó el futbolista sevillano.
Nadie del Getafe, ni el presidente, Ángel Torres, ni su director deportivo, Alfredo Duro, prestaron importancia a la negativa del centrocampista andaluz. "Sólo sé que tiene una cláusula que le impide jugar [con el Sevilla], como es el caso de Kome con el Mallorca", refirió Torres. Tan tranquilo estaba que se fue por la tarde a Las Ventas. Duro, por su parte, insistió en que "el chico no tenía ninguna intención de liar la madeja ni buscaba una causa-efecto de tipo alguno". "No hay que darle más vueltas", quiso zanjar.
Con la idea de debutar la temporada que viene en la máxima competición continental con su club de siempre, Gallardo no disimula que el domingo irá con Baptista y compañía. También teme que su temporada en Getafe le pase factura. "Quiero volver a Sevilla, hacer allí la pretemporada y quedarme. Si en diciembre veo que no juego, me plantearé salir, pero creo que puedo jugar porque lo he hecho durante cuatro años". El centrocampista ha disputado 22 partidos con los azulones, casi siempre en los minutos de la basura o cuando el resultado ya estaba decidido. De las cinco veces que ha jugado los 90 minutos, el Getafe sólo venció al Levante (1-0). En las demás, Gallardo estuvo presente en las tres primeras alineaciones de Quique Flores en Primera -derrotas con Zaragoza, Mallorca y Numancia- y la hecatombe en Vila-real (4-0). Curiosamente, su único gol, al Málaga, sirvió para renovar al sobrino de Lola Flores un año más en su puesto.
El pago de los errores
El sevillano, que se lesionó en octubre contra Osasuna, vio a su regreso que Mario Cotelo le había ganado el puesto. A su entender injustamente tratado por un club "que no se puede conceder el lujo de dar tres partidos a un jugador para que recupere el tono" según fuentes internas, no aprovechó las muestras de confianza de su entrenador en San Sebastián (1-1) y contra el Racing (2-0). En las dos ocasiones fue sustituido, pero su error al final de la ida de Copa en Pamplona, que propició el segundo gol de los navarros -superaron la ronda tras caer 3-1 en Getafe- fue la gota que colmó el vaso. Y el origen de sus males. "Me estoy encontrando con una confianza tremenda por parte del míster, espero estarlo también a final de temporada", decía Gallardo en septiembre. Ayer confirmó que tiene la mente en Sevilla, no en Getafe.
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