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El gran centro de física médica de Valencia ocupará a 200 científicos

La inversión en el acelerador de partículas rondará los 100 millones

Unos 200 científicos y una inversión inicial de entre 60 y 100 millones de euros son las cifras que se barajan para el centro de referencia estatal de física médica que está previsto que se instale en Valencia y que actuará de motor en investigación, desarrollo de tecnología y empresarial. El rector de la Universitat de València, Francisco Tomás, anunció ayer el proyecto que podrá estar en marcha en 2012 y que cuenta con el aval estatal y del Consell.

El organismo situará a España entre los países punteros en la aplicación de la física a la medicina

La "gran instalación de investigación en física médica", como se refiere al proyecto su promotor -el Instituto de Física Corpuscular (Ific), compuesto por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat de València- se encuentra a medio camino entre los grandes aceleradores de partículas que ofrecen una plataforma de estudio esencialmente teórica y los equipos de diagnóstico o tratamiento hospitalarios como la radioterapia. Frente a ellos, el centro de Valencia dividirá su actividad entre la investigación y las aplicaciones clínicas a partes iguales de forma que se constituirá el único de estas características de toda España.

El objetivo básico consiste en construir un acelerador de partículas, que tendrá como "aplicación fundamental la terapia oncológica basada en la utilización de haces de hadrones (protones o iones de carbono)", según recoge la carta de intenciones que los impulsores remitieron al Ministerio de Educación en octubre pasado -un borrador que ha obtenido el apoyo del Gobierno y la Generalitat-. Pero además, se plantea emplear el acelerador para la investigación básica por parte de físicos, el desarrollo de detectores de partículas (instrumentos que detectan e incluso hacen visibles las partículas elementales subatómicas), o el de equipos de diagnóstico nuevos para identificar procesos oncológicos, neurodegenerativos o cardiacos a partir de técnicas de imagen. Junto a estas aplicaciones y la formación de físicos médicos, el catedrático de Física Teórica del Ific, José Bernabéu, apunto ayer en la presentación la posibilidad de abrir el uso a sectores empresariales para el análisis de materiales y otras aplicaciones tecnológicas "con la consiguiente transferencia de la tecnología innovadora desarrollada al sector industrial español".

Esta diversidad de aplicaciones se basa en la estructura modular de las instalaciones. El eje sobre el que orbita todo el complejo es el acelerador. Se trata de un ciclotrón con una fuente de partículas en el centro y una estructura en espiral, con una energía de 200 millones de electronvoltios, la magnitud para atravesar materia hasta 25 centímetros (una profundidad suficiente para llegar a cualquier rincón del cuerpo humano). El presupuesto de la estructura básica está entre los 60 y los 100 millones de euros -se espera cubrir el 20% con fondos del VII Programa Marco de la Unión Europea-. Las aplicaciones terapéuticas, diagnósticas y las demás que puedan desarrollarse beben todas del mismo cañón de haces de protones, una vez encauzados a su destino.

Los primeros cálculos estiman un personal de unos 200 investigadores, repartidos mitad y mitad entre los asistentes del acelerador y los trabajadores ligados a los campos de tratamiento y diagnóstico, aunque el volumen flotante será muy superior "En el CERN hay 3.000 personas fijas y 20.000 que pasan por las instalaciones para realizar investigaciones, formarse u otros motivos", apuntaba Bernabéu.

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Frente a los equipos hospitalarios de radioterapia, que emplean un chorro de electrones y concentran la mayoría de la energía en la superficie, los haces de hadrones emiten protones o iones de carbono, que recorren trayectorias en línea recta sin depositar energía lateralmente (evita daños colaterales) y que concentran los efectos en el trayecto final, de forma que actúa en profundidad. Estas características hacen de esta terapia un recurso especialmente apropiado para casos en los que la radioterapia convencional representa un riesgo excesivo para el paciente por ser demasiado imprecisa, como tumores oculares, cerebrales, de próstata o infantiles, en los que la actuación ha de ser muy exacta y evitar afectar a tejidos y órganos en formación que pudiera dejar secuelas y que representan aproximadamente el 10% de los procesos tumorales.

La intención del Ific y la Universitat es situar a España entre los países punteros en el desarrollo de técnicas en física nuclear y de partículas aplicadas a la medicina e integrar a Valencia en una red de centros europeos similares.

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