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Reportaje:BALONCESTO | NBA

Un Arsenio Lupin en Phoenix

El astuto Mike D'Antoni, el mejor técnico del año, rentabiliza un estilo frenético y ofensivo

Al entrenador de los Phoenix Suns, Mike D'Antoni (Mullen, Virginia Occidental, 1951), sólo le queda presentar en el Discovery Channel el complicado experimento que ha llevado a cabo durante la temporada regular de la NBA y que continúa a lo largo de los play-offs. Y no será porque no ha explicado una y mil veces, en radio y televisión, que detrás del mejor equipo de la NBA no hay secretos. Los analistas estadounidenses parecen romperse la cabeza cada vez que la franquicia de Arizona gana y divierte a través de saltarse todas las reglas impuestas por las sabias mentes del baloncesto: no saques a la cancha un equipo bajito, no juegues sin pívot, no sobrevivirás en los play-offs sin plantar una secuoya debajo del aro, caerás en la primera ronda por jugar sin banquillo (o por no utilizarlo), el ataque gana partidos y la defensa campeonatos. ...Y aun así, Mike D'Antoni, el hombre que piensa que el baloncesto no se puede entrenar, sólo jugar, se ha llevado el galardón al mejor técnico del ano.

El baloncesto de los Suns es el más parecido al patentado por Magic Johnson y los Lakers

D'Antoni atribuye su experimento a la visión que tuvo durante un entrenamiento de pretemporada. Al recién adquirido base Steve Nash le dio el balón y le dijo que hiciera lo que le diera la gana con él; al ala-pívot Amare Stoudemire, un portento físico, le colocó de pívot y en su vieja posición situó al alero Shawn Marion, otro privilegiado del cuerpo a cuerpo. En ese momento nació el que se convertiría en el ataque más explosivo de la Liga, que acabó anotando una media 110,4 puntos por partido, números récord en más de una década y que les serviría para terminar la temporada con 62 victorias, 33 más que la anterior. El frenético baloncesto de los Suns, donde impera la ley del agárrame si puedes es útil también para recordar a una generación el estilo más parecido al patentado por Magic Johnson y los Lakers en la década de los 80.

Hijo de un entrenador de baloncesto de instituto, D'Antoni se crió como un base puro, con un excelente ojo para el pase, buena muñeca y la dureza propia de las montanas mineras de Virginia Occidental. En 1973 fue elegido en la primera ronda del draft de la NBA por los Kansas City Kings, tras convertirse en el líder absoluto de asistencias de la Universidad de Marshall. Tras dos años en la NBA y uno en la Liga menor, la ABA, con 25 años y sin nada que perder, D'Antoni aceptó una oferta del Olimpia Milán. En Italia se acabaría quedando 20 años y se forjaría una leyenda gracias a los cinco títulos de Liga conseguidos en 13 temporadas y convertirse en el máximo anotador de la historia del equipo. Fue en Milán donde se casaría con una modelo norteamericana que buscaba hacer carrera en las pasarelas y donde le comenzaron a llamar Arsenio Lupin, por el famoso personaje cinematográfico que se comportaba como un caballero durante el día para, con la misma caballerosidad, robar por la noche.

La misma astucia con la que se movía en el parqué la transplantó al banquillo, donde dirigió al Philips de Milán entre 1990 y 1994 y a la Benneton de Treviso entre 1994 y 1997, con la que ganó una Copa de Europa, una Copa de Italia y una Liga, para sacarle campeón una vez más en el 2002.

Tras una breve estancia en el banquillo de Denver durante la reducida temporada de la huelga de 1999, D'Antoni pensó que una oportunidad similar sólo aparecía una vez, como surgió en su época de jugador. Pero en diciembre de 2002, y tras un desastroso arranque de temporada, D'Antoni se hizo cargo de los Suns, el equipo más joven de la NBA y aunque no le llevó a ningún lugar en especial (21 victorias y 40 derrotas), era al menos un equipo diferente, que alegraba la vista gracias a su estilo alborotado. Para poner orden a tal jaleo se contrató a Nash, que ha respondido a la exigencia con un galardón de MVP en un equipo al que nadie le ve una explicación.

Para D'Antoni, llegará un día en el que en la NBA todos los equipos jueguen como el suyo. Seguramente entonces, cuando gane, a nadie le llamará la atención.

Mike D'Antoni da instrucciones a sus jugadores en el partido del viernes.
Mike D'Antoni da instrucciones a sus jugadores en el partido del viernes.EFE

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