"Desesperarse es inútil"
Michael Schumacher se toma con resignación la crisis de la que no consigue salir Ferrari
No hay que mirar muy lejos para vislumbrar lo alto que había volado Ferrari en el Mundial de F-1. El año pasado consiguió ganar 15 de las 18 carrerasque componían el calendario. Fue una gran hazaña que ahora ensombrece todavía más los grandes problemas que el equipo no logra resolver. En Montmeló la crisis se gudizó más todavía: Michael Schumacher tuvo que retirarse cuando iba el tercero tras sufrir en cuestión de dos vueltas un pinchazo en una de las ruedas traseras y otro en la delantera del tren izquierdo y Rubens Barrichello fue relegado diez posiciones en la parrilla de salida por haber tenido que cambiar el motor y luego equivocó la estrategia -hizo una sola parada-, lo que le dejó noveno, fuera de los puntos.
"Debemos aceptar que en la primera parte del campeonato nuestros rivales están más fuertes que nosotros", confesó un resignado Jean Todt, director de la escudería de Maranello; "pero no vamos a desmoralizarnos por eso y no vamos a tirar, en absoluto, la toalla. Seguiremos luchando con el mismo tesón y la misma determinación que nos han caracterizado en los últimos años". "Necesitamos reagruparnos y estudiar en profundidad la situación para poder resolverla", agregó Ross Brawn, el director técnico y uno de los hombres de confianza de Schumacher.
Mientras tanto, el heptacampeón mundial echa la vista atrás y se encuentra con unos datos estadísticos que no aceptan la comparación con la situación que está viviendo actualmente. Schumacher cubrió 58 carreras consecutivas sin tener ningún problema mecánico desde el Gran Premio de Alemania de 2001 -la bomba de la gasolina- hasta la de Bahrein de este año, en la que sufrió un fallo en el sistema hidráulico. Durante este largo periodo tuvo tres retiradas por accidente. Y, si se echa un vistazo a Barrichello, los números no andan muy lejos: en 46 carreras, desde la de Brasil en 2002 -problema hidráulico- hasta la de Malaisia en este curso -neumáticos- sólo padeció un abandono: en Brasil, en 2003, por culpa de la bomba de la gasolina.
"Intento estar relajado", asegura Schumacher, que, a sus 36 años, afronta una de las peores temporadas; "me conozco y sé que es inútil desesperarse. Debemos ser positivos y concentrarnos en la próxima carrera, la de Montecarlo". Mirar hacia atrás resulta demasiado duro. En las cinco carreras que ha disputado este año no ha concluido en tres -las de Australia, Bahrein y España-, acabó el séptimo en Malaisia y realizó una carrera memorable en Imola, donde cuestionó la supremacía de Fernando Alonso antes de acabar el segundo. El balance es igual de malo para Barrichello, segundo en Australia, noveno en Bahrein y en España y que tuvo que retirarse en Malaisia y San Marino. En total, entre los dos llevan 18 puntos, lo que relega a su escudería a la quinta posición de los constructores.
"Ya sé que el Mundial se aleja cada vez más, pero no rápidamente", reflexiona Schumacher; "todavía no se ha acabado. Debemos rectificar y avanzar de nuevo". Sin embargo, el problema crucial no está en el interior de la marca, sino en el fabricante que les proporciona los neumáticos. "No creo que se trate de un problema estructural de las gomas Bridgestone. Pero lo cierto es que pude ser el tercero y me fallaron. He perdido seis puntos muy importantes con vistas al título. En el primer pinchazo había notado que el coche se volvía inestable. De repente, la rueda ha perdido toda la presión", se lamentaba, profundamente molesto, el piloto de Kerpen; "después de haber cambiado la rueda trasera izquierda, le ha pasado lo mismo a la delantera del mismo lado. Lo raro es que haya pasado esto a las dos ruedas del lado izquierdo y que las del derecho hayan aguantado bien".
En el último gran premio, en Ímola, los Ferrari pudieron disponer de una nueva evolución de los neumáticos Bridgestone. Un lujo que no se permitieron los otros dos equipos que calzan las gomas japoneses, Jordan y Minardi. Parecía que volvían a estar allí, que los Ferrari llegaban de nuevo, pero todavía deberán esperar.
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