Lucha por el poder en Wall Street
DURANTE EL PRIMER trimestre del año asistimos a una encarnizada lucha por la concentración de las más importantes bolsas de valores europeas: la Bolsa de Londres fue objeto de deseo por parte de los directivos de la Bolsa de Francfort y, alternativamente, de los de Euronext, mercado formado por la fusión de las bolsas de París, Amsterdam, Bruselas y Lisboa. Después de muchos dimes y diretes, la primera oferta se retiró y la última todavía no ha cuajado. Mientras esto sucedía, Bolsas y Mercados Españoles (BME), el holding que gestiona los mercados de valores, derivados y renta fija de nuestro país, que nació en 2002, estudia su cotización como método para poder participar en ese proceso de concentración bursátil, que parece inevitable.
La concentración bursátil, que ha tenido en Europa su escenario más reciente, se ha desplazado ahora a EE UU: la Bolsa de Nueva York aspira a modernizarse y cotizar públicamente. Pero hay una gran batalla por su control
Ahora, unos meses después de aquello, las fusiones bursátiles se trasladan a EE UU. En las últimas semanas, dos grandes movimientos pueden transformar el panorama: New York Stock Exchange (NYSE) anunciaba una fusión con Archipiélago, mercado de valores electrónico asentado en Chicago, para crear el New York Group, formado por un 70% de capital proveniente de Wall Street, y el 30% restante, originario de Archipiélago. Unos días después, la principal empresa competidora de NYSE, Nasdaq, compraba a Reuters el 62% de Instinet, otra plataforma electrónica, con el objeto de recuperar cuota de mercado.
Repasemos algunas de las características de la primera fusión anunciada. Los objetivos eran claros: cambiar la organización institucional de la Bolsa de Nueva York (creada en 1793 como sociedad mutua, no lucrativa, devendría en una sociedad por acciones con ánimo de lucro y cotizada públicamente) y modernizar su funcionamiento (todavía actúa mediante el sistema de corros), aumentando el número de horas en activo, diversificando el abanico de productos que se contratan, accediendo a los valores del Nasdaq (mercado en el que cotiza Archipiélago) y reduciendo sus costes operativos. Dirigían esta concentración el nuevo y muy reciente presidente de NYSE, Marshall Carter, y el consejero delegado de la misma, John Thain, deseosos de cerrar una etapa caracterizada por los escándalos (la estrepitosa indemnización a su presidente Richard Grasso, recurrida por la SEC -organismo regulador- y la Fiscalía de Nueva York, y las sanciones impuestas recientemente a un grupo de especialistas que aprovechaban la tramitación de órdenes de sus clientes, mediante el artesanal sistema de corros, para enriquecerse personalmente).
Cuando la operación parecía bendecida por los mercados, otro grupo de inversores liderado por el multimillonario Kenneth Langone (ligado al polémico ex presidente de la NYSE, Richard Grasso, e implicado por la fiscalía en la multimillonaria indemnización al mismo) planteaba una salida diferente: o la compra de la Bolsa de Nueva York, o una fusión distinta con Archipiélago basada en una mayor valoración de la compañía principal. Este segundo grupo aspirante sacaba a la luz un nuevo conflicto de intereses, de los que tanto han perjudicado la ética del capitalismo americano en los últimos tiempos: el banco de inversores Goldman Sachs, asesor de la operación de fusión NYSE-Archipiélago, está presente en ambas partes del acuerdo (como accionista de control de la segunda, con más de un 15% del capital y poseedor, al mismo tiempo, de 21 de los 1.366 asientos de la primera); como miembro de la Bolsa neoyorquina, Goldman facilitó la salida de Grasso de su presidencia. Para más inri, el actual consejero delegado de la NYSE fue alto cargo de Goldman Sachs y posee aún un importante paquete de acciones del banco de inversión. La competencia directa de Goldman Sachs, Merrill Lynch o Morgan Stanley, con un papel menor en la fusión, está atizando el fuego de estas presuntas incompatibilidades.
Las enrevesadas relaciones en red citadas ilustran la complejidad de los conflictos de poder que se establecen en esta tipología de fusiones y adquisiciones.
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