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Reportaje:

Viaje a la historia de la F-1

El Salón del Automóvil expone 27 coches que han participado en algún Gran Premio de España en los últimos 80 años

De Tazio Nuvolari a Michael Schumacher, un viaje del pasado al presente de la fórmula 1 a través de la exposición histórica de coches de fórmula 1 que ofrece desde hoy el Salón del Automóvil de Barcelona. Son 27 monoplazas con un denominador común: haber participado a lo largo de los últimos 80 años en algún Gran Premio de España. La exposición, organizada por el experto británico Robert Gathercole y ubicada en la planta baja del palacio nº 5 de la Fira de Barcelona, estará abierta hasta el domingo 15, día de clausura del salón.

Gracias a los éxitos de Fernando Alonso, la fórmula 1 vive en España el mejor momento de su historia. Aunque podría parecer que los triunfos del piloto asturiano han desatado la pasión automovilística en este país, sólo son el último eslabón de una tradición presente desde que empezaron a celebrarse carreras con el nombre de Gran Premio. Las primeras las organizó a principios de los años veinte la Penya Rhin -así llamada porque sus miembros se reunían en el desaparecido Café del Oro del Rhin, en la plaza de Catalunya- y tuvieron como escenario el circuito formado por un triángulo de carreteras entre Vilafranca del Penedès, L'Almúnia y Els Monjos.

Pedralbes y la Diagonal acogieron en los años cincuenta carreras del campeonato del mundo

En ellas, los mejores pilotos de la época, como Tazio Nuvolari, Kenneth Lee Guiness y el conde Zborowski, del cual se muestra el Aston Martin Grand Prix que fue segundo en 1922 y 1923. Se medían al volante de los Bugatti, Alfa Romeo, Chiribiri, Salmson y Talbot con sus rivales españoles José Maria Moré, Frick Armangué, José Feliu, Fernando y Pierre de Vizcaya, que casi siempre conducían coches de fabricación nacional: David, SRC, Elizalde, Ricart, América, Matas, Izaro, Garriga, MA, Airam.

La primera época de Montjuïc (1933-1936) vio desfilar a las grandes figuras: Louis Chiron, Luigi Fagioli, Rudi Caracciola, Bernd Rosemeyer, Jean Pierre Wimille y Tazio Nuvolari. La victoria de éste en 1936 volante de en su Alfa Romeo 12C -también presente en la exposición- dejó huella hasta el punto de que la expresión "corres como un Nuvolari" hizo fortuna entre nuestros abuelos. De este periodo pueden verse también un Bugatti Tipo 51 (1933) y un Nacional Pescara (1932), único vehículo español de gran premio de la época, que además ganó el Campeonato Europeo de Montaña en 1931.

Después de la Guerra Civil se organizó una pista en el triángulo formado por la Diagonal, el paseo de Pedralbes, el de Manuel Girona y la calle de Numancia. Allí se corrieron cinco grandes premios entre 1946 y 1954, y allí se proclamó por primera vez campeón del mundo en 1951 con el Alfa Romeo T158/159 el argentino Juan Manuel Fangio. A su sonado triunfo le seguirían muchos más y hasta cinco títulos mundiales, lo cual dio pie entre nuestros padres a la muletilla "estás hecho un Fangio". Aparte del vehículo del quíntuple campeón, el salón exhibe cuatro ejemplares: el Maserati 4CL Grand Prix que ganó en 1946 con Giorgio Pelassa; un Talbot Lago T26 igual al que Louis Chiron llevó al 3º puesto en 1948; un Maserati 250F algo más moderno que el pilotado por el español Paco Godia (6º en 1954), y un Mercedes W196 de 1955.

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Después de 15 años sin celebrarse ningún gran premio en Barcelona, Montjuïc volvió a recibir con todo su esplendor la fórmula 1 a mediados de los años sesenta, alternándose con el circuito madrileño del Jarama. La exposición ofrece cuatro de sus protagonistas: el BRM P126 con que el mexicano Pedro Rodríguez terminó 7º en 1969, aunque desprovisto de sus alerones; el Tyrrell 003 ganador en 1971 con Jackie Stewart; el Lotus JPS 72D que se adjudicó la prueba en 1973, pilotado por Emerson Fittipaldi, y el McLaren M23 de Jochen Mass, primero en el accidentado Gran Premio de 1975, tras el cual la F-1 abandonó Montjuïc.

Los adolescentes de entonces no pudieron sustraerse al influjo del patilludo campeón brasileño: emularlo era ni más ni menos que "conducir como un Fittipaldi". Las carreras disputadas en el Jarama están representadas por el Lotus 49 que Graham Hill llevó al triunfo en 1968 y por dos Ferrari, el 312 B2 de Jacky Ickx (2º en 1972) y el 312 T3 pilotado en 1978 por Gilles, el padre de Jacques Villeneuve.

De los años ochenta, en los que se celebraron cinco grandes premios en Jerez, podemos ver el Lotus-Renault T98, vencedor en 1986 con Ayrton Senna; el Williams-Honda FW11B con el que Nelson Piquet logró la pole en 1987, y el Ferrari F87 que pilotó Gerhard Berger ese año. Aunque la juventud no acuñó ninguna expresión especial, el ídolo Senhina tuvo tanta fama como un futbolista.

La llegada de la F-1 en 1991 al Circuit de Catalunya es la parte moderna de esta historia. Seis de los monoplazas que han brillado en Montmeló se exhiben en la exposición. Son el Williams-Renault FW14B que venció en 1992 con Nigel Mansell; el Benetton-Renault B195 victorioso con Michael Schumacher en 1995; el Ferrari F310 con el que este mismo piloto ganó en 1996; el McLaren-Mercedes MP4/15 triunfador en 2000 con Mika Hakkinen; el Ferrari F2002 ganador con Schumacher en 2002, y el Renault R23 con el que Fernando Alonso hizo su debut como piloto oficial de la marca francesa y logró la segunda plaza en 2003.

Todavía es pronto, pero es posible que la alonsomanía acabe también dejando huella en el lenguaje de la generación actual.

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