"Estas cosas son como una droga"
José Manuel Calderón y Luis Scola coinciden en resaltar el espíritu de superación del Tau eliminatoria a eliminatoria
Español y argentino. Base y pívot. De 23 y 25 años de edad. Son José Manuel Calderón y Luis Scola, las dos piezas más importantes del Tau, líder de la Liga ACB y que el próximo fin de semana, en Moscú, participará por primera vez en una Final a Cuatro de la Euroliga de baloncesto. Ambos aceptaron la invitación de este periódico para hablar de las claves de su equipo; del protagonismo de su ciudad, Vitoria; de su exigente entrenador, Dusko Ivanovic; del pasado reciente y de su más que probable futuro en la NBA.
Pregunta. ¿Cómo se puede explicar el fenómeno Tau?
Luis Scola. Es difícil explicar a una persona que no vive el club la verdadera magnitud de esto. Si no conoce la ciudad, el estadio..., si no vive el día a día del equipo, si no ve un partido aquí, en el [pabellón] Buesa Arena...
Scola: "Si no hay exigencia, no hay resultados. Si uno quiere ir arriba, tiene que forzarse. Ahora vamos a Moscú y queremos ganar"
Scola: "El argentino llegaba a su Liga y se frenaba. El país se fue al carajo, tuvo que salir y acá no te regalan nada"
Calderón: "Este club nunca ha hecho proyectos a corto plazo. Ha crecido poco a poco, sin prisas, como debe ser"
Calderón: "Hemos llegado a un punto en el que todos los jugadores sabemos el papel que tenemos en el equipo. Hay esa confianza entre nosotros"
José Manuel Calderón. Para llegar a donde hemos llegado venimos andando desde hace unos años. Este club nunca ha hecho proyectos a corto plazo. No se ficha a jugadores como Luis para que llegue un día y meta 20 puntos al siguiente. Él, como yo o como Splitter, estuvimos cedidos y ahora nos hemos reunido. Se ha trabajado poco a poco y conseguido cosas poco a poco. La Copa; otro año, el doblete [Liga y Copa]; esta temporada, la Final a Cuatro. Tanto la organización como el club han ido creciendo paulatinamente, sin prisas, no a trompicones, como debe ser.
L. S. La ciudad, Vitoria, es muy importante porque se respira otro aire. Nos sentimos más queridos, más apoyados. El hecho de que no haya un equipo de fútbol puntero nos hace bien, nos da protagonismo: jugar en el Buesa Arena siempre lleno.... Todo esto nos hace sentir muy a gusto. Hay una gran identificación del público con el equipo.
J. M. C. Es un ambiente más familiar, de pueblo. Sientes todo mucho más cercano. Sales a la calle y la gente te conoce, te para... El equipo y la afición están más unidos que en Madrid o Barcelona, que son ciudades más grandes. Y nuestra gente no falla nunca. Ha habido veces que hemos coincidido en horario con un partido de fútbol y ha venido igual.
P. Deportivamente, están mejor que nunca.
J. M. C. Hemos llegado a un punto en el que todos los jugadores sabemos el papel que tenemos en el equipo. Hay esa confianza entre nosotros. Sabemos que un día, aunque Machi [Macijauskas] no esté bien, te va a meter esos dos últimos tiros, o que Hansen, al que le costó adaptarse, nos está ayudando ahora un montón. Tenemos la confianza de que somos 11 y de que, si tú no estás bien, va a salir el compañero y lo va a arreglar para que ganemos el partido. Hemos hecho una buena piña. Eso es muy importante. Estemos como estemos, todos vamos a lo mismo, a ganar el partido.
L. S. Yo con José llevo tres años jugando. Con Sergi, cinco. Con Pablo [Prigioni], una persona que tiene además una gran facilidad para jugar, dos. Con Machi, también. Todos nos conocemos bastante y yo, por ejemplo, sé casi de antemano lo que va a hacer José: si va a tirar, a entrar o a pasármela.
P. La columna vertebral que forman con Macijauskas es muy sólida.
J. M. C. Creo que, aparte de columna o no, lo importante es que los otros jugadores tengan su papel, que sepan que cada uno es importante. Eso es mérito de Dusko [Ivanovic]: que todos estemos en esa columna. No jugamos para uno u otro. Cada día elegimos lo que el juego nos da. No nos preocupamos por ninguno. Evidentemente, tenemos sistemas pensados para determinados jugadores, pero puede que al final sean los que menos posibilidades den, ya que los contrarios son los que mejor se los saben. Lo importante es que los que salen aportan cosas. Unos, la defensa; otros, un tipo de tiro que necesitas... Lo que han conseguido Dusko y el club con los aciertos en los fichajes es que el equipo no sea sólo una columna con tres jugadores determinados. Esa columna está siempre ahí con unos o con otros, con lo que conseguimos que siempre haya peligro en las tres posiciones.
P. Y, si en una está Macijauskas... Es impresionante.
L. S. Nunca mejor dicha la palabra impresionante. Cuando le veo pararse para tirar en la línea de tres, siento lo mismo que cuando otro jugador va a tirar una bandeja. Exactamente, lo mismo.
J. M. C. Además, cuando hay días que ves que falla y falla, piensas que no pasa nada; que, al final, cuando haya que meterlas, como los dos triples el día del Barcelona, o en la Copa del año pasado, las va a meter.
L. S. O como en Treviso. Estás pensando 'no esta Machi, no está Machi' y en el tercer cuarto te hace 19 puntos en nueve minutos, 19 puntos.
J. M. C. Cuando le conoces, siempre estás tranquilo. Sabes que va a anotar cuando lo necesites.
P. Su entrenador, Dusko Ivanovic...
J. M. C. A Dusko le da igual jugar contra el CSKA que contra el último clasificado de la Liga ACB. Cada partido lo prepara igual y siempre quiere ganar. Para nosotros, cada uno es una final. Nos exige al máximo en cada partido y en cada entrenamiento. Y sabes que, si no lo das, vas a jugar menos minutos. Este espíritu nos lo ha inculcado. Yo, por ejemplo, aun sabiendo que hay partidos más importantes que otros, en cada uno salgo a comerme al base contrario.
L. S. Dusko lleva cinco años aquí y ha tenido equipos diferentes, pero todos tuvieron un denominador común: su carácter. La forma de jugar es siempre la firma del entrenador. Todo proceso dentro del equipo tiene que liderarlo el entrenador.
J. M. C. No es más exigente que cualquier jefe en cualquier trabajo. Yo estoy aquí, sé lo que tengo que hacer, sé lo que me exige en cada entrenamiento y en cada partido..., y no es ni más ni menos difícil. Con menos exigencia, te puedes relajar. Él ha jugado con muchos jugadores y el equipo siempre ha estado arriba.
L. S. Cuando llegas a una altura, no hay otra forma. Si quieres conseguir un logro, no hay otra manera de entrenar. Ettore Messina, Ivkovic, Maljkovic, Obradovic..., son un poquito distintos, pero no creo que haya gran diferencia en la exigencia de un esfuerzo diario. Si no hay exigencia, no hay resultados. Si uno quiere ir para arriba, tiene que forzarse.
J. M. C. Creo que esta exigencia que vivimos nos hace crecer cada día. Esto es como una bola. Si nadie te exige, puede llegar el momento que digas: 'Ya soy bueno y, si me puedo quedar aquí, estoy bien'. Nosotros buscamos ser cada día mejores. Si juego un uno contra uno con Luis, sé que él me quiere ganar y yo a él. Y lo mismo con el resto. Esa exigencia te hace mejorar. Es un poco de todo. La exigencia del entrenador, la ambición de los jugadores, la dinámica del equipo... La mentalidad del club, también. Si le bastase con, por ejemplo, llegar a la fase final, influiría en el jugador. Hay gente conformista. Nosotros no lo somos.
L. S. Estas cosas son como una droga en el sentido de que primero queríamos clasificarnos en el top 16; una vez conseguido, quieres meterte en el playoff, y luego, cuando lo haces, quieres la Final a Cuatro. Ahora vamos a ella y queremos ganarla. Y cuando acabe querremos ganar la Liga. Nuestro deseo de ganar es constante. Ya sabe a triunfo llegar a Moscú, pero sé que, si perdemos, vamos a estar igual de deprimidos que cuando perdemos un partido.
J. M. C. Trabajar lo que se trabaja durante todo el curso para llegar y perder hace que no compense tu trabajo. Cuando ganamos es como si sintieses 'bueno, todo lo que hemos trabajado esta semana ha valido' y empiezas a trabajar para ganar el siguiente partido y no hacer ese esfuerzo en balde. Ahora que hemos llegado, está claro que no vamos a ir sólo a visitar Moscú.
L. S. Ahora estamos en una buena racha. Pero, si hacemos balance de toda la temporada, no es tan bueno y pueden volver los malos tiempos, aunque estamos en una dinámica mucho mejor. La sensación viene de lo último que se ve.
J. M. C. Creo que las dinámicas son muy importantes. Hay equipos que entran en dinámicas perdedoras y, sin querer, estás ahí, pero todo te lleva a la derrota. A nosotros nos pasó al principio de la campaña. Nos ha costado mucho coger el nivel al que estamos ahora. Las dinámicas son importantes para la cabeza.
P. Los dos pasaron por la LEB. ¿Cómo fue la experiencia?
L. S. Para mí, fue fantástico y necesario. Conseguí un equilibrio profesional sin una gran exigencia como la que habría tenido en la ACB. Fui adquiriendo protagonismo, más presión...
J. M. C. Vas cogiendo experiencia. Primero, la LEB, y luego, la ACB jugando para no bajar y, ya en el Fuenlabrada, para meternos en la fase final. El aprendizaje para llegar al Tau fue perfecto. Este ir poco a poco es necesario para la gente joven. Es muy difícil llegar rápidamente, salvo para los que tienen mucha calidad. A mí me costaba más y ahora estoy muy contento del camino recorrido.
L. S. Es una evolución natural. Vidal, Splitter o nosotros dos, llegamos con 15 años, 17 o 13 en el caso de José. Son años para crecer física y mentalmente.
P. ¿Cuál es el secreto del éxito de los jugadores argentinos?
L. S. Ahora todo el mundo elogia las características de los argentinos, sus ganas de dar un paso más... Pero allá pasó un poco lo de acá. Las selecciones inferiores estaban muy fuertes y lograban medallas en los campeonatos juveniles, pero después, en los absolutos, quedábamos mal, no entrábamos en los Juegos Olímpicos... El argentino llegaba a la Liga nacional, no paraba de escuchar lo bueno que era, cobraba mucho dinero y se frenaba. No evolucionaba, no se le exigía lo que se le tenía que exigir o, simplemente, no necesitaba más. El país se fue al carajo y ese jugador tuvo que venirse acá y, claro, nadie te regala nada. Vienes de fuera, estás quitando trabajo, la gente es escéptica y el jugador... ¿qué hace? Intenta sobrevivir en un país extranjero, en una Liga diferente... No tiene esa ventaja de ser nativo. Precisamente, creo que José o Vidal nunca sintieron acá esa ventaja de ser nativos. Siempre fueron minoría. También están metidos en este ejercicio de superviviencia. Vidal, por ejemplo, es español, pero tenía que matarse porque tenía como competidor a Stombergas. Si quería jugar, tenía que machacarse todo el santo día. Y lo hizo.
P. Hablemos del futuro. ¿Cuál es el mejor momento para dar el salto a la NBA?
L. S. Cada jugador es un mundo y el camino a seguir es muy personal. Puedes ser una estrella acá y no funcionar allá, y al revés. Ha habido jugadores que no han hecho nada en Europa y luego van a la NBA y triunfan.
J. M. C. Creo que influyen muchas cosas. Está claro que tienes que saber jugar y que tienes que llegar con la cabeza muy bien amueblada, porque es muy duro. Pero no es sólo eso. No es tan fácil. Está el draft, el equipo al que vayas, la adaptación... No sólo depende de lo bueno que seas o de que vayas mejorando poco a poco. Hay más factores. Cada vez lo tengo mas claro.
P. ¿Su futuro pasa por allí?
L. S. Sí (rotundo).
J. M. C. Me gustaría.
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