El Zaragoza ya tiene 'cuatro magníficos'

El mejor Zaragoza de la historia fue ese que a mediados de la década de los años sesenta alcanzó cuatro finales de Copa -de las que ganó dos-, y alzó una Copa de Ferias. Ese que formaron los cinco magníficos (Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra). Pero ayer, el mejor Zaragoza de la temporada lo crearon otros cuatro magníficos: Villa, Cani, Savio y Milito. O lo que es lo mismo: el gol, el pase, el regate y la sobriedad defensiva. Estos cuatro futbolistas, los mejores del conjunto blanquillo a falta del sancionado Galletti, se pusieron de acuerdo en jugar al fútbol. Suficiente para avasallar al Osasuna.

El cuadro rojillo no encontró la manera de hacer daño a la novel defensa, debido a las sanciones de Cuartero y Álvaro, que presentaba el Zaragoza. Culpa del central argentino Milito, que adelantó con insistencia y acierto su línea para practicar el fuera de juego. No cayeron Milosevic y Aloisi, los delanteros de Osasuna, muchas veces, pero al realizar esta artimaña, Milito les obligó a jugar lejos de la portería, a buscar balones largos. Y la velocidad no es su fuerte. Solventado el problema, surgieron Cani, Villa y Savio. El primero es de esos jugadores que no se pueden contener a darle una patada o hacer toques cuando se encuentran con una lata o bola de papel por el suelo, de esos que adoran el fútbol. A veces se equivoca al buscar la opción más enrevesada, pero si le sale bien, la grada entona un "¡oh!" sonoro. Ayer, La Romareda acompañó el signo de exclamación con una celebración. Cani, desde el costado, alzó la vista y se imaginó el movimiento que trazaría Villa, que le leyó el pensamiento y engrosó su cuenta goleadora.

La tarde, además de Oscar y Generelo, que marcaron el tercer y cuarto tanto respectivamente, la redondeó Savio con su filigrana; el brasileño bajó un balón aéreo con el interior del pie, lanzó un sombrero a los dos centrales del Osasuna dentro del área, y, antes de que el cuero tocara el suelo, lo empalmó. El extremo rojillo Moha se unió a la fiesta con una soberbia y lejana vaselina que sorprendió a Luis García. Pero el segundo tanto de Villa, el quinto del Zaragoza, ratificó que el espectáculo corría de parte de los cuatro magníficos.

Un espectáculo empañado por una carga policial sobre aficionados del Zaragoza que esperaban a los de Osasuna. Según los hinchas aragoneses el propósito era el de mostrarles su "hermandad".