Todos tristes

El Athletic es un equipo liviano en defensa. Sus zagueros revolotean por la retaguardia mal colocados. Se distraen. No trazan la línea de fuera juego de manera homogénea. Se comen los engaños y miran más a la pelota que a los delanteros rivales. Defienden mal. Con Gurpegui jugando de central, Murillo de lateral, Del Horno de extremo zurdo y Casas detrás de él, el desorden defensivo del conjunto vasco permitió al Atlético, especialmente a Ibagaza, completar uno de sus encuentros más dignos en ataque en el primer tiempo. Hasta que Valverde movió ficha en el descanso. Trastocó el irregular dibujo en un 4-4-2. Sacó a Iraola, un chico listo. Y a Etxeberria, un jugador que conoce su oficio.

Algo tiene el Athletic que sirve de antídoto al veneno que mata de aburrimiento todos los partidos del Atlético. El año pasado, ante el conjunto vasco, fue el mejor encuentro rojiblanco. Éste, uno de los mejores en el primer periodo. Y, sin embargo, el Athletic marcó en la segunda ocasión en la que tiró a puerta -y eso fue en el minuto 66-. Cosas del fútbol, que, como es bien sabido, no son matemáticas, según expresión de los clásicos. Colsa rompió para el Atlético su nefasta racha de cuatro encuentros consecutivos sin marcar y empató. Era más justo. Curiosamente, Valverde acababa de retirar a Yeste para meter a un tercer central, Luis Prieto.

Ibagaza, y es extraño, juega mucho mejor como media punta cuando, teóricamente, ejerce de interior diestro. Un misterio. El argentino se aprovechó del despiste del equipo vizcaíno para meter varios de sus célebres -pero casi inéditos esta temporada- pases en profundidad. Uno lo desaprovechó Salva, más lento que Aranzubia, antes de cumplirse los primeros diez minutos del encuentro. Aún antes, en el minuto dos, el Atlético elaboró una de sus mejores maniobras de todo el campeonato. Colsa abrió a la carrera por la derecha de Velasco que, extraño, profundizo y centró a media altura al punto de penalti, donde Torres, en acrobática media chilena, disparó a portería. Aranzubia sacó la pelota a córner. Toda la jugada duró cinco segundos. De los mejores de la Liga en el Manzanares.

Gronkjaer, hasta que cayó lesionado y tuvo que ser sustituido por Nano al inicio del segundo tiempo, dejó en evidencia a Murillo en todas las ocasiones en las que lo intentó. Que fueron tres. En una de ellas, la jugada acabó con un punterazo demasiado cruzado de Salva. En otra de ellas, Murillo cazó al danés justo antes de que éste centrase. Gronkjaer fue atendido fuera del campo. Ya no regresó. Su sustituto, Nano no fue capaz de mantener el mismo nivel de verticalidad que el extremo danés. El Atlético lo acusó. Tampoco le sobran los recursos y cuando pierde uno de ellos, lo nota mucho.

El Athletic no tiró en toda la primera mitad. Ni a puerta, ni al banderín de córner. No tuvo una sola ocasión. En la segunda Valverde manejó el banquillo y nada más saltar los jugadores al césped, Ezquerro falló la mejor ocasión del partido. El riojano regateó a Leo Franco y disparó a puerta vacía. Sin embargo, la puerta no estaba tan vacía y Perea, bajo los palos, sacó el disparo. Llorente y Del Horno se habían quedado en la caseta para entonces e Iraola y Etxeberria ya correteaban por el Calderón. En realidad, ambos hacían algo más que corretear. Iraola, muy inteligente, lanzó casi todos los contrataques de su equipo. De Etxeberria se empezó a saber algo en el minuto 66, cuando dejó en evidencia a García Calvo, que le cedió medio metro en el área pequeña. Suficiente.

Braulio, que sustituyó al voluntarioso Salva, ya no podrá jugar más con la primera plantilla rojiblanca, ya que su ficha es del equipo B, por asuntos del reglamento. Tampoco parece que el Atlético se juegue ya gran cosa en los encuentros que restan. Ni el Athletic.