Pirañas al acecho

Yo viajar? Muy poco. ¡Si no he tenido tiempo!". A pesar de esta confesión, cuando el trabajo la ha requerido lejos, la actriz madrileña, que acaba de publicar La Bardem. Mis memorias (Plaza y Janés), ha puesto tierra de por medio. Hace seis años la solicitaron en Perú y allá que se fue.

¿Qué hacía usted vestida de madame

en medio de la selva amazónica?

Rodar la película Pantaleón y las visitadoras, basada en la novela de Mario Vargas Llosa. El decorado estaba en plena selva, rodeado de una valla metálica para que no entraran bichos. Dormíamos en Iquitos y a las 5.30 nos subíamos a una lancha y recorríamos el Amazonas a velocidad amazónica durante hora y media. Me parecía increíble que el guía conociera el camino. A mí todos los afluentes me parecían iguales.

¿Qué fue lo que más la impresionó?

La belleza de los árboles, los pájaros de colores increíbles, las mariposas gigantes, los ruidos de la selva... Una vez vi un arco iris doble tan nítido que parecía pintado. Me encantaba esa sensación de estar en el pulmón del mundo, y eso que soy muy urbanita.

¿Algún contratiempo?

El último día de rodaje se nos hizo de noche y se desató una tormenta. La lancha iba a paso de tortuga iluminada por los truenos, porque no tenía focos. Esa noche yo celebraba mi cumpleaños y la gente estaba esperándome en el hotel, y yo, que no sé nadar, me decía: fíjate qué tontería morirme aquí, ahogada y comida por las pirañas.