Un alfil impotente
Blancas: Gélfand. Negras: Malájov. Defensa Eslava. Sochi (Rusia), 21 de abril de 2005.
La habitual y apasionante lucha del caballo bueno contra el alfil malo versa casi siempre sobre un alfil estorbado por sus propios peones. Pero esta posición es digna de un estudio profundo porque Gélfand encontró un instructivo e impactante plan para aprovechar la escasa movilidad del alfil negro, limitado en este caso por los peones blancos. La idea parte de dos principios obvios: el caballo debe apuntalarse en e5, dado que su cambio por el alfil dejaría a las negras con un final de peones perdido, porque el monarca blanco tiene una enorme ventaja de espacio; y es fundamental que el rey blanco amenace la invasión por h6, dado que ello inmoviliza al alfil negro, que no puede viajar a e7, donde tendría mucha más libertad. 41 Ce5, Rd6 42 f4, Re7 43 g6!, h - g6+ (después de 43... h6 44 Cf7, las blancas capturarían el peón de h6 y maniobrarían con el caballo hasta llevarlo a h5, vía f7-e5-d3-f2-h1-g3-h5, por ejemplo, para provocar el cambio por el alfil en el momento oportuno y ganar el final de peones) 44 R - g6, Ah8 (si 44... Af8 45 Cf7, Rd7 46 Cg5, Aa3 -o bien 46... Re7 47 Ch7, ganando- 47 Rf7, Ac1 48 C - e6, A - e3 49 Rf6, ganando) 45 Cf7, Af6 46 Cg5, Ah8 47 Ch7! (Malájov sufre de estrechez crónica: el alfil está condenado en el rincón, y su rey, muy limitado, para evitar la invasión del blanco) 47... Re8 48 Cf6+, Rf8 49 Ch5! (¡se amenaza ganar el alfil con Rh7!) 49... Rg8 50 Rh6!, y Malájov se rindió en una clara posición de zugzwang: el bando al que le toca mover está perdido porque cualquier jugada empeora su posición. En este caso, el alfil está perdido.
Correspondencia: ajedrez@elpais.es
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