El heredero gana al rey en su casa
Fernando Alonso logra en Imola su tercer triunfo consecutivo tras un soberbio pulso con un fantástico Schumacher
El álbum de oro del deporte español tiene desde ayer una nueva página. De generación en generación se transmitirá la épica crónica de una carrera celebrada en Imola, patria de Ferrari, cuna del automovilismo, en la que un jovenzuelo asturiano de 23 años frenó al heptacampeón mundial, al prodigioso Michael Schumacher. Fue un duelo fabuloso, emotivo, con mucho calado. Una batalla memorable que rescató de la retina aquellos retos entre Senna y Prost, entre Lauda y Piquet... Si Alonso demostró por qué es el gran heredero del kaiser, el alemán dio un curso de pilotaje, mostró una voracidad pocas veces vista en un deportista de 36 años, con siete títulos mundiales, con toda la púrpura imaginable. Schumacher partió desde el 13º puesto, hizo una remontada soberbia y se puso a rebufo de Alonso en unas últimas vueltas llenas de suspense. Un pulso descomunal del que Alonso salió victorioso en unas circunstancias muy complicadas: con el aliento de un genio en el cogote, frente a un coche con más prestaciones y con la grada teñida del rojo de Ferrari. Pero el asturiano resistió con la frialdad propia de los grandes campeones a un ataque feroz y sumó su tercera victoria de la temporada. La que más le ha hecho disfrutar, según sus propias palabras. Y Alonso sabe lo que dice. Hasta la fecha no había tenido la ocasión de medirse metro a metro con Schumacher, lo que agranda su figura.
Y, ahora, con la afición española -la de toda la vida y la recién llegada por el fenómeno Alonso- en plena efervescencia, rumbo a Montmeló, escenario del próximo gran premio. Un circuito en el que se congregarán más de 115.000 espectadores para aupar aún más a Alonso. El español llegará a la cita catalana como líder del Mundial -una quimera hace no tanto-, con 36 puntos, 26 más que Schumacher, a falta de 15 carreras. Un trecho que resultaría definitivo si no fuera porque el campeón alemán no tiene freno. Quiere otro título y su Ferrari parece haber solventado los problemas del inicio del campeonato. Como el propio kaiser dijo ayer: "Mi Mundial empieza ahora". El de Alonso, con Schumi resucitado, también.
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