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Reportaje:MADRID EN OBRAS

El martirio de vivir entre obras

Los madrileños relatan cómo afrontan diariamente la enorme reforma que sufre la ciudad Los vecinos que sufren zanjas y ruidos se quejan. Pero en algunas ocasiones su presión ha logrado modificar algunos proyectos

"Pongo la música muy alta porque esto no hay quien lo soporte". Lo dice Avelino José Bango, un comerciante de la calle de la Montera al que las obras de construcción de la macroestación de Sol-Gran Vía le han dejado en un exilio forzoso. Su tienda está escondida entre vallas, operarios, grúas, martillos neumáticos y ruidos continuos. Aislado. De la tienda de ropa Flipa-Doble, así se llama el establecimineto, sale música reagge a toda pastilla y dentro, las notas de la canción tradicional jamaicana se mezclan, como en contrapunto, con ruido de taladradoras.

A las ocho de la mañana suena el despertador en la plaza de Lavapiés. Eso sí, quieran o no los vecinos. En el número 6, a escasos tres metros de un enorme agujero rodeado de grúas y generadores eléctricos, sus moradores se levantan "con el canto del gallo de la taladradora y el martillo neumático". Lo cuenta José Rocha, de 28 años, que comparte piso con otras tres personas. "Parece que lo hacen a propósito. El ruido más fuerte es siempre a primera hora de la mañana. Luego se amortigua hasta las seis de la tarde, cuando parece que terminan los obreros. "Yo no lo noto mucho porque mi dormitorio es interior, pero la persona que duerme aquí", señala una habitación, "tiene la taladradora dentro de la cama". Efectivamente. Si uno se asoma al balcón del número 6 de la plaza, la vista es privilegiada: varias grúas, tractores y excavadoras trabajan sobre un enorme boquete que será una ampliación de la nueva estación de metro. Y ese balcón no dista más de 10 metros del meollo de la obra incluida en la mejora de la línea 3 de metro (Legazpi-Moncloa).

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Desde hace tiempo Rosalía no puede vivir sin ansiolíticos ni antidepresivos. Ella no habla. Pero su vecina, Carmen Castán, sí. Ambas viven en la calle del doctor Ramón Castroviejo, muy cerca de una de las actuaciones de la M-30, en la avenida de la Ilustración.

Desde hace tiempo, Rosalía no puede vivir sin ansiolíticos. Ella no habla. Pero su vecina, Carmen Castán, sí. Ambas viven en la calle del Doctor Ramón Castroviejo, muy cerca de una de las actuaciones de la M-30, en la avenida de la Ilustración. Cuenta que desde el mes de noviembre, los operarios comienzan a trabajar a las siete y media de la mañana. "Incluso hace un par de meses trabajaban hasta las doce de la noche con focos, y el ruido es insoportable"... Tres ejemplos que resumen el modo de vida de miles de vecinos en la capital.

En Madrid hay muchas obras (cerca de novecientas) y los vecinos se quejan mucho. Los conductores despotrican por los constantes desvíos de tráfico y aquellos que han tenido la mala suerte de que una de las 75 grandes obras que se acometen en la capital les coja cerca de casa están desesperados. En todos los casos la queja es la misma: ruidos continuos, toneladas de polvo entrando por las ventanas, movilidad reducida. Muchas incomodidades.

Pero la queja se queda, en muchas ocasiones, en el vacío. Al menos los datos municipales así lo atestiguan. A los ciudadanos no les gustan las obras, pero tampoco utilizan mucho los cauces que ponen a su disposición las administraciones para hacerse oír.

En las siete casetas instaladas por el Ayuntamiento para informar de las obras de la M-30 sólo han sido tramitados desde noviembre y hasta el pasado 30 de marzo 85 escritos de sugerencias, según datos municipales. A través de una línea gratuita (900 773 030) se han recibido 118 quejas por daños al arbolado y 203 por impacto acústico. En la oficina de la sede de Madrid Calle 30, en la calle de Guatemala, es donde han recibido tramitadas más quejas (766). La ampliación del túnel de O'Donnell y el bypass sur en la M-30 son las dos obras que acumulan más quejas.

Una portavoz de la Consejería de Transportes e Infraestructuras asegura que en Mintra, la empresa que construye el metro, "no se tienen contabilizadas las quejas de los vecinos", pero asegura que no son muchas. "Sólo desde que ocurrió lo del Carmel de Barcelona, la gente ha llamado mucho preguntando por el sistema constructivo de las ampliaciones del metro", explica.

Sin embargo, hay afectados que sí se han dejado oír donde correspondía. Y han logrado resultados. Al principio de la calle de O'Donnell, en su intersección con la calle de Menéndez Pelayo, hay una de esas casetas de información del Ayuntamiento. La calle está cortada por las obras de ampliación del túnel que transcurre por O'Donnell. Una de las sugerencias o quejas más recurrentes de los vecinos de los números 3 a 9 de la calle era la necesidad de alejar la entrada al túnel de los inmuebles. Primero, por un problema de movilidad: los residentes tendrían que desplazarse un centenar de metros para cruzar la calle. Y segundo, por otro de ruidos: la boca del túnel iba a estar muy cerca de las viviendas.

Hasta 25 quejas se recibieron en la caseta y los vecinos lo tenían tan claro que decidieron unirse para plantear una alternativa al Ayuntamiento con un proyecto supervisado por uno de ellos, que es arquitecto. La presión ciudadana ha forzado al Consistorio a revisar el proyecto y alargará el túnel 130 metros. Ahora, la entrada al túnel estará cerca del cruce de O'Donnell con Alcalá, próxima a la estatua ecuestre de Espartero.

Pero las cosas no salen siempre tan bien. La Concejalía de Urbanismo admite que diariamente coinciden en las calles unas 800 obras para canalizaciones o arreglo de averías de luz, gas o agua. Actuaciones que suelen prolongarse algunas semanas, pero las hay más incómodas y que afectan a transeúntes y vecinos y que, en algunos casos, pueden durar hasta tres o cuatro años.

La estampa actual de la Puerta del Sol podría ser una fotocopia de la situación general de la capital. Zanjas y ruido. En la Puerta del Sol hay vallas, zanjas, socavones, ruido, mucho ruido de taladradoras, polvo, incluso andamios que parecen soportar tan sólo publicidades gigantescas. Y moverse por la plaza -que el Ayuntamiento pretende que paulatinamente se convierta en peatonal- es toda una excursión llena de trampas para cualquier peatón. No digamos para alguien que sufra algún tipo de discapacidad.

Allí se acumulan dos obras. Por un lado, el plan de mejora de la línea 3 de metro y, por otro, la macroestación de cercanías y metro que construye el Ministerio de Fomento.

Este trabajo tiene muy enfadados a varios comercios de la cercana calle de la Montera. Desde el número 28 hasta el número 36, los comerciantes y vecinos han visto cómo Fomento levantaba un muro a unos escasos dos metros de portales y entradas a las tiendas. La ocupación comenzó en octubre del año pasado y durará hasta que termine la obra, lo que no ocurrirá, según Fomento, hasta finales de 2007 o principios de 2008.

Avelino José, el dueño de una tienda sitiada por las vallas y en la que el ruido se combate a golpe de reggae (en el número 36 de la calle de la Montera), puso en marcha su comercio hace cinco años y asegura que desde que abrió, cada año ha vendido más. "Salvo éste", se lamenta. "La gente no ve la tienda desde la otra acera y he notado mucho el cerco". "Un día llegué a mi tienda y me encontré con esto", dice señalando a las vallas, "nadie me informó de nada. Sólo llamaron del Ayuntamiento diciendo que nos indemnizarían, pero todavía estamos esperando".

Pero no sólo sufre por su negocio. Asegura que el pasadizo que se ha creado entre la valla y los edificios a lo largo de esta acera ha sido tomado por prostitutas, proxenetas y traficantes. Dice que por la noche la gente tiene miedo a pasar por allí. Sus ventas han bajado drásticamente, pero tendrá que esperar para que vea una indemnización. Un portavoz de Fomento asegura que la normativa sobre las indemnizaciones se hacen efectivas a los comerciantes una vez que haya terminado la actuación.

No muy lejos de Sol, en la plaza de Lavapiés, las cosas no son mucho mejor. Los vecinos ya tuvieron que soportar las obras de construcción de la nueva sala Olimpia, que duraron cerca de tres años. Es famosa la anécdota del actor Danny de Vito, que vino a Madrid a promocionar una película y, tras toparse con innumerables zanjas y obras, se preguntó si en la capital el alcalde se dedicaba a buscar un tesoro... Lo dijo en la época en la que José María Álvarez del Manzano era regidor de Madrid. Ahora, con el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón, por las calles de la capital corre el chascarrillo de que será éste el que encuentre las riquezas que no encontró aquél. Aunque una de las obras de mayor envergadura que acomete Ruiz-Gallardón, la reforma de la M-30, ha supuesto que la deuda del Consistorio se vaya a elevar hasta los 4.600 millones.

Carmen Castán, la vecina en pie de guerra en la avenida de la Ilustración, no está nada contenta con las obras del alcalde. Su reivindicación viene de lejos. Asegura que en 1985 le construyeron frente a su casa una vía de tres carriles por sentido donde el Plan General de Ordenación Urbana decía que debía ubicarse una zona verde. "Han pasado 20 años y ahora nos van a poner otro carril en cada sentido. A escasos 10 metros de nuestras casas habrá una carretera con ocho carriles, contando los de servicio, por la que circularán una media de 300.000 coches diarios".

Una de las cosas que más indignan a esta vecina es que el Consistorio haya conseguido que la M-30 se haya catalogado como una calle, y no como una autovía. "De eso nada, señor Gallardón", asegura Castán, "esto siempre ha sido una carretera de circunvalación". Castán afirma que los ruidos y las molestias que generan las obras han supuesto que "hasta alguna vecina esté en tratamiento por depresión". "Hay que preguntarle al señor Gallardón en cuánto valora la salud de sus vecinos. Sólo tendría que soterrar 200 metros de esta carretera y solucionaría los problemas de más de 5.000 vecinos", concluye.

Los vecinos de la calle de Hilarión Eslava, en el distrito de Moncloa, también están que trinan. De un día para otro han visto cambiar la morfología de su calle por las obras de reforma de la línea 3 de metro. Esa actuación ha supuesto un corte de tráfico en la calle de la Princesa y el desvío de todos los coches hacia la calle de Hilarión Eslava para salir desde aquí hacia la carretera de A Coruña. "El aparcamiento para residentes ha desaparecido, y ahora la calle es de tres carriles. Pasa muchísimo tráfico y claro, también han desviado los autobuses. Además, han dado una información contradictoria. Los periódicos han publicado que el desvío sólo se prolongaría hasta el 25 de mayo, pero yo creo que esto va para mucho más largo", asegura una vecina.

Los vecinos de Legazpi y Delicias están tan enfadados y preocupados que se han unido en lo que llaman plataforma de afectados por las obras de la M-30 en el nudo sur. Tienen hasta un sitio en Internet (www.afectadosnudosur.com) y ahora se han lanzado a la petición de firmas "en contra de los riesgos derivados por las obras".

Las movilizaciones de estos ciudadanos también han dado sus frutos. El Ayuntamiento de Madrid ha rectificado su proyecto de levantar una chimenea de 20 metros de altura y otros tantos de diámetro a apenas 100 metros de las viviendas, situadas entre los números 11 y 27 de la calle del Bronce, junto a la avenida del Planetario, en el barrio de Arganzuela. Estas chimeneas servirían para aliviar los humos del túnel, por el que se estima que pasarán 300.000 vehículos diarios.

Finalmente los humos saldrán por el mismo sitio, pero en lugar de una chimenea, se construirán unas rejillas de ventilación. En el escrito, en el que esperan tener más de 10.000 firmas antes del mes de junio, denuncian además el "riesgo de hundimiento de las casas, puesto que vivimos en un terreno de aluvión, con acuíferos subterráneos". También se quejan de que existirá un alto riesgo de atropellos en la avenida del Planetario, puesto que, según los vecinos, "el Ayuntamiento prevé desviar el tráfico de la Estación Sur de Autobuses, además del de los vehículos que se incorporan al sur de Madrid provenientes de la M-40, por la calle de Embajadores. Asimismo se quejan de la degradación medioambiental y estética que la obra supondrá para el parque Tierno Galván.

Los miembros de la plataforma quieren dejar claro que, aunque el proyecto del alcalde para la M-30 "hace referencia a eliminar el tráfico en superficie y a recuperar y crear nuevas zonas verdes bajo el marchamo de una nueva política medioambiental, el objetivo último de todas estas actuaciones es duplicar o incluso triplicar la capacidad de la M-30 y vías asociadas mediante combinación simultánea de tráfico soterrado y en superficie, ampliación de carriles, así como el aumento de la capacidad de entrada directa del tráfico en la almendra central de la ciudad a partir de las carreteras nacionales y los grandes nudos de comunicación".

Obras en la calle de O'Donnell.
Obras en la calle de O'Donnell.ULY MARTÍN

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