Sir John Mills, actor británico ganador de un oscar

El actor británico sir John Mills, considerado una de las glorias del cine y el teatro británicos, murió ayer, sábado, a los 97 años, según informó uno de sus empleados. Mills, que fue ganador de un Oscar al mejor actor secundario por su papel en La hija de Ryan, murió en su casa de Denham, cerca de Londres, tras una corta enfermedad.

El actor había continuado con su trabajo hasta hace poco tiempo a pesar de problemas de salud relacionados con su avanzada edad. Según uno de sus empleados, la familia del actor, actualmente en Estados Unidos, volverá a Londres el lunes para asistir a un funeral que se celebrará en la iglesia de Santa María, en Denham, el próximo miércoles.

Nacido el 22 de febrero de 1908 en Felixstowe, Suffolk (sureste de Inglaterra), a los 20 años se marchó a Londres para trabajar como comerciante de desinfectantes casa por casa mientras iniciaba su carrera artística. A lo largo de sus 97 años de vida participó en más de un centenar de películas. Su larga trayectoria le hizo merecedor del título de la Orden del Imperio Británico, concedido por la reina Isabel II de Inglaterra en 1960, y el de caballero en 1976.

Un papel, en 1929, en el clásico de Shakespeare Hamlet, en el no menos legendario teatro Old Vic de Londres, le permitió iniciar una carrera que le consagró como uno de los actores más talentosos de su generación. Casi setenta años después trabajó en el Hamlet cinematográfico dirigido por Kenneth Branagh (1996). Durante años resistió lucrativas ofertas económicas para trasladarse con su familia a Hollywood.

Durante los años treinta y cuarenta, Mills trabajó sobre todo en filmes sobre la II Guerra Mundial (1939-1945), en los que casi siempre hacía papeles de militares. Al explicar en 1993 su larga trayectoria en películas de guerra, el actor dijo: "Soy contrario a la guerra y recordar lo que pasa debido a ellas no es una cosa mala". Mills dijo en una entrevista en la BBC en 2003 que jamás se retiraría de la interpretación.

Su primer gran éxito llegó en 1946, cuando interpretó el papel de Pip en una versión cinematográfica de Grandes esperanzas, el clásico de Charles Dickens. En alguna ocasión declaró que su trabajo favorito había sido el de la película Tunes of glory (1960), en la que trabajó con Alec Guinness. Por su interpretación en aquella película recibió el premio al mejor actor en el Festival de Venecia. En 1971 le llegó el más alto reconocimiento de la profesión, con el premio Oscar al mejor actor secundario en La hija de Ryan, de David Lean.

Su última aparición en la gran pantalla fue en 2003, en la película Bright young things, dirigida por el cómico británico Stephen Fry. En ella hacía un pequeño cameo y, a los 95 años, aparecía esnifando cocaína en una fiesta. Mills fue un secundario de lujo al que se pudo ver en películas tan dispares como Bean (1996), con la estrella de la televisión inglesa Rowan Atkinson; Who's that girl? (1987), una comedia a mayor gloria de Madonna, o Gandhi (1982), la monumental biografía de Richard Attenborough sobre el líder pacifista indio.

Sir John Mills estaba casi ciego desde que en 1992 tuvo problemas en ambas retinas mientras estaba de gira con un espectáculo. En 2001 se rompió dos costillas y tuvo que ser ingresado con una infección en el pecho.

Ese mismo año, sir John Mills se casó por la iglesia con su esposa, la escritora Mary Hayley Bells, seis décadas después de que la pareja contrajera matrimonio en el registro civil de Londres. El actor conoció a su esposa en Shanghai en 1929 mientras hacía una gira con un grupo de teatro. Ella acudió a presenciar una obra suya en compañía de su padre, que era coronel allí destinado.

Modesto sobre sus logros artísticos, Mills llegó a decir: "Espero tener un poco de talento, he trabajado duro y he tenido suerte". Fue un actor de teatro antes de sentir el impulso del mundo de Hollywood. Si bien trabajó en muchos filmes de éxito internacional, nunca quiso dejar su Inglaterra. Su muerte, como esas "cosas de la vida", le vino en el día de San Jorge, patrón de Inglaterra. Preguntado una vez sobre si lamentaba no haberse trasladado a Hollywood, contestó: "Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca".