Daudén sobrevive a la tensión

Tanta tensión real y ficticia, de páginas web y asuntos pendientes conducía al árbitro, Daudén Ibáñez, a un protagonismo inesperado. En los primeros minutos tuvo que tomar su primera decisión: un derribo de Juanito a Tiko, sobre la línea del área grande, acabó en falta a favor del Betis y tarjeta a Tiko por simular la falta. El Athletic se enrabietó, y luego ocurrió que el público del campo Ruiz de Lopera cargó contra el colegiado por una caída de Oliveira en el otro área. Eran jugadas puntuales, sibilinas, pero que en un ambiente enrarecido crucifican o entorpecen la labor de un árbitro de fútbol. Daudén, un veterano, contemporizó con el ambiente y sobrevoló por los errores naturales de toda labor arbitral ayudado por un comportamiento normal de los dos equipos. Hubo patadas, todas por llegar fuera de tiempo, no hubo malos gestos y la deportividad presidía cada acción puntual por encima de silbidos en la grada o de las habituales reclamaciones de tarjetas.

Los futbolistas estaban por encima del ambiente, demasiado enrarecido fuera del terreno de juego pero disputado con cordialidad sobre el césped. Tanto fue así que para igualar circunstancias, Daudén también castigó con tarjeta una caída de Assunçao que tropezó con Lafuente en el área. El portero no pudo frenar y el delantero cayó tras chocar con su rodilla. Podía haber sido penalti, como el de Tiko, pero, como en la anterior ocasión, ni una ni otra merecían la amonestación. También cayó Yeste con Juanito y no pasó nada. Daudén lo veía desde lejos.