Algo pasa con 'Ronie'
La noticia de su paternidad y unos kilos menos devuelven al goleador a su mejor versión
Algo le pasa a Ronaldo, que ha cargado las botas de dinamita cuando más caliente se pone el campeonato. De pronto, el jugador ha comenzado a marcar goles. Lleva tres en las últimas dos jornadas -uno al Barça y dos al Levante-. Y no sólo eso: participa en el juego como no lo hacía desde meses atrás. Da pases de gol como un 10 y gana en el sprint al que se le ponga por delante. Se llame Puyol, Belletti o Jesule.
"¿Habéis visto cómo está Ronie?". La pregunta, formulada por un empleado del Madrid que trabaja a diario con el brasileño, rebotó en las paredes del vestuario de la Ciudad del Fútbol, en Las Rozas, días antes del partido contra el Barcelona en el Bernabéu. El delantero no marcaba desde hacía dos meses. Pero, en el club, sus compañeros, los médicos y los entrenadores, se admiraban del estado de forma físico en que se encontraba. El balón medicinal, las sesiones de entrenamiento extra y una dieta más cuidada le habían recortado cinco kilos de peso. La obligación, impuesta por Arrigo Sacchi, de pasar por la balanza y poner su peso en conocimiento de los médicos surtía efecto: cuerpo labrado.
Más que Ronaldo parecía el Discóbolo de Mirón. Un atleta, por fin, pero sin goles. "Está impresionante", decían sus colegas. Sin embargo, algo le faltaba.
La cronología de los hechos descubre que Ronaldo despegó en Albacete. El jugador estaba recién llegado de Brasil con la noticia de que esperaba un hijo y esto le había cambiado el ánimo. Después de un tiempo de morros -gesto raro en el carioca- y altibajos, Ronaldo se veía dichoso. Tan contento que se bajó del avión el sábado de madrugada, se entrenó por la mañana y el domingo hizo un partidazo. La fórmula del éxito parecía más relacionada con la paternidad que con el control de la grasa corporal.
Sea por la noticia del advenimiento de João Paulo -así se llamará su segundo hijo, en memoria del Papa, según el periódico brasileño O Dia-, sea por la balanza de Sacchi o sea por las broncas de su entrenador, Vanderlei Luxemburgo, el hecho es que Ronaldo comenzó a jugar muy bien en el Carlos Belmonte. Hasta Albacete eso no había ocurrido. Al contrario. La tensa relación que mantuvo con Luxemburgo le había llevado a más de un choque dialéctico. La trayectoria del goleador se antojaba errática. Al sospechar que Ronaldo desafiaba su autoridad, el técnico se le había interpuesto como un padre severo.
Luxemburgo sabía que, como con Casillas no basta, la necesidad de un Ronaldo a pleno rendimiento se hacía imperiosa. Suele ocurrir desde el verano de 2002. La buena racha de Ronaldo va unida a la buena racha del Madrid en la misma medida en que los baches debe pagarlos todo el equipo. El Madrid se ha acomodado a sus características, tal vez por que sea lo mejor que tenga. Y esta temporada el jugador ha estado por debajo de su nivel anterior. En el curso 2002-03 marcó un gol cada 110 minutos. En el siguiente, uno cada 114. Ahora lleva uno cada 160.
La estadística es relevante. Desde que Ronaldo llegó del Inter, el Madrid sólo ha perdido dos de los partidos en los que marcó. Su sequía anotadora entre febrero y marzo coincidió con la eliminación de la Liga de Campeones y las derrotas ante el Athletic y el Getafe. Su regreso a la carrera del máximo artillero con 15 goles -sólo tres menos que Eto'o en jugada-, le convierten en protagonista del fin de curso.
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