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Crónica:FÚTBOL | 32ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Casillas y Ronaldo se disputan el trono

El Madrid aprovecha la gran actuación de sus dos estrellas para ganar con lo justo a un tierno Levante

Casillas y Ronaldo mantuvieron un duelo en el Ciutat de València. A la formidable parada de uno respondía el otro con una fulgurante carrera hacia la otra portería. Se disputaron el trono. Dominaron las dos áreas, sin necesidad de dominar todo lo demás. Entre ambos resolvieron un partido en el que el Madrid jugó poco, sin apenas intensidad, pero con la vida fácil que le proporcionaron sus dos fenómenos. Nada nuevo bajo el sol por lo que respecta a Casillas, instalado en la excelencia toda la temporada. La impresión la dio Ronaldo, que acabó el choque dejando rivales en el suelo con su arrancada de búfalo y sus quiebros en seco. Provocando suspiros de admiración en la grada. Por la cura de adelgazamiento o por lo que sea, el brasileño exhibió una exuberancia física que recordó al de antes de las lesiones. Alcanzó los 15 goles y tumbó al aseado Levante, que acusó una vez más su habitual falta de pegada. Tan bonito como tierno y estéril, el conjunto de Schuster se fue de vacío pese a contar con un gran Rivera, el mejor entre una nómina de célebres centrocampistas.

LEVANTE 0 - REAL MADRID 2

Levante: Mora; Pinillos, Jesule, Alexis, Harte; Juanma (Ettien, m. 67), Diego Camacho, Rivera, Jofre; Sergio García (Nacho, m. 81) y Manchev (Congo, m. 58).

Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Samuel, Roberto Carlos; Beckham, Borja (Celades, m. 87), Zidane; Raúl (Guti, m. 72); Owen (Figo, m. 72) y Ronaldo.

Goles: 0-1. M. 37. Ronaldo marca a placer tras una internada de Salgado por la derecha. 0-2. M. 83. Ronaldo, tras un pase de Figo, arranca desde el centro del campo, gana en carrera a Jesule, dribla a Mora en su salida y marca.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Pavón, Owen y Rivera.

19.129 espectadores en el Ciutat de València.

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El Madrid, eso sí, tuvo el olfato de descubrir el talón de Aquiles de su rival: el lateral izquierdo irlandés Harte, que ni subía ni bajaba sino todo lo contrario. Por ahí salió disparado Beckham para practicar sus centros en comba. Por ahí se dejó caer Owen en busca de aire. Y por ahí entró Salgado, cambió de ritmo, superó al larguirucho Camacho y su disparo pifiado a gol se convirtió en un pase perfecto para Ronaldo, en el lugar adecuado en el momento justo. Como siempre. Así es Ronaldo. Hasta ese instante (m. 37), el as brasileño había transmitido esas sensaciones de estar más fuera que dentro del partido. De tener un interés relativo en el encuentro. Sin embargo, a la primera que dispuso, dentro. De un simple toque. Y lo celebró corriendo hacia el banquillo de su equipo para abrazar a los suplentes, primero César y después Solari. Solidaridad con los marginados.

El gol invirtió lo que había sucedido en tres cuartas partes del campo: la superioridad del Levante, que dominó en las zonas blandas. Ahí el partido lo gobernó Rivera, que tuvo una gran presencia, tanto en la recuperación como en la creación. El capitán granota activó una fluida conexión con Sergio García, muy inteligente en la media punta. Entre ambos sirvieron balones de oro al errático último eslabón: Manchev. Pero el búlgaro no remató y, cuando lo hizo, se encontró con un Casillas insuperable. Rapidísimo para reaccionar en las situaciones extremas, que fueron varias. Voló varios metros, por ejemplo, para despejar un disparo de Rivera que contó con todos los elementos a su favor para envenenarse: el rebote en un defensa y el efecto perverso del viento racheado.

La ventaja le dio toda la tranquilidad al Madrid, que jugó la segunda parte con las piernas encima de la mesa, sin apenas tensión. Tocó el balón a su antojo y Zidane, desenfocado toda la tarde, se permitió un lujazo técnico en el centro del campo muy aplaudido desde la grada. El Levante había perdido energía y se dedicó a querer pescar algún contragolpe. Para eso entró Congo en sustitución del desafortunado Manchev. Se trataba de aprovechar la potencia del colombiano, su ilimitado entusiasmo, siempre sofocado por Casillas. Para potencia, la de Ronaldo, que le echó una carrera por el extremo izquierdo a Pinillos y al lateral le salieron los colores. Que le pare otro, vino a decir.

A Schuster le quedaba una bala, Ettien, que venía de varias semanas de lesión. Pero fue el central Alexis, en un cabezazo, quien alcanzó la línea de gol. De allí sacó el balón Roberto Carlos en la primera y única vez que Casillas había sido superado. Luxemburgo dio paso a Guti y a Figo para el último cuarto de hora, lo que debe ser una especie de humillación para el portugués, aligerada ayer por la oportunidad de lanzar a Ronaldo en lo que sería un gol espectacular del brasileño. Espectacular la arrancada, la carrera en la que le robó 15 metros al pobre Jesule y el recorte que dejó en el suelo al meta Mora. Ronaldo sintió que se parecía al de sus mejores tiempos y probó una rabona fallida poco después de regalarle un gol a Guti, que cruzó demasiado su disparo. En el duelo entre ambos, reaccionó Casillas con otra intervención ante Congo, que entendió que ya podía el Levante estar una semana intentándolo con idéntico resultado: el lucimiento del portero del Madrid. Y la réplica de Ronaldo.

Casillas, el árbitro y Roberto Carlos observan a un jugador del Madrid que es atendido por los servicios médicos de su equipo.
Casillas, el árbitro y Roberto Carlos observan a un jugador del Madrid que es atendido por los servicios médicos de su equipo.CARLES FRANCESC

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