A veces ocurre
La campaña para las elecciones vascas ha transcurrido en un clima más sosegado que en ocasiones anteriores. La causa principal es que no ha estado marcada por los atentados de ETA, como llegó a ser habitual. Otro posible motivo es la mejora del clima político general que constatan las encuestas, y un tercero, que, en contraste con la incertidumbre de hace cuatro años, los sondeos consideran improbables unos resultados que desalojen del poder al PNV después de 25 años en el Gobierno. Los pequeños cambios que las encuestas detectan podrían desencadenar dinámicas nuevas a medio plazo, pero la inmensa mayoría de los encuestados dan por hecho que Ibarretxe seguirá siendo el lehendakari. Sin embargo, a veces ocurren cosas no previstas.
El último boletín de ETA, fechado en marzo, recordaba que sus pistoleros han asesinado a 21 miembros del PP y a 9 del PSOE. En vísperas de las elecciones de 2000 asesinaron a Fernando Buesa, que había sido vicelehendakari y era en ese momento el principal dirigente del PSOE vasco. La sombra de ETA sigue repartiendo el miedo de manera desigual, pero hace casi dos años que no consigue matar, lo que alienta la esperanza en su próximo final y contribuye a crear un clima político no tan condicionado por la violencia.
La presencia de última hora de los sucesores de Batasuna puede afectar a la mayoría esperada por Ibarretxe, que aspiraba a ella precisamente para no depender de los votos de los de Otegi, sin los que su plan no habría sido aprobado. Pide el voto para forzar la negociación de su propuesta con Zapatero. Sin embargo, ningún resultado imaginable podrá modificar la actitud de la mayoría del Parlamento español respecto a un plan que no es que sea inconstitucional, sino que suprime la aplicación de la Constitución en Euskadi.
Lo que sí depende de los resultados es la posibilidad de que el nacionalismo acepte emprender una reforma consensuada, no unilateral, del Estatuto. Zapatero ya ha comprometrido el respaldo socialista a una reforma que llegue avalada por un mínimo de dos tercios de los parlamentarios vascos. Sería una forma de desbloquear la situación creada por Ibarretxe, pero es difícil que ocurra si su partido alcanza la mayoría absoluta. Si no la logra, la actitud de Ezker Batua puede ser decisiva para que el PNV regrese a la vía del consenso o persevere en la del enfrentamiento. La responsabilidad de Madrazo sería en ese caso inmensa.
Un cambio probable es la permuta de posiciones entre PP y PSOE. El partido que gobierna en Madrid mejora en las autonómicas. Así ocurrió al PSOE tras la victoria de Felipe González (pasó del 14% al 23% en 1984) y al PP tras la de Aznar (del 14% al 20% en 1998). Pero ese cambio sólo sería significativo si la suma supera los resultados de 2001. Porque lo que se juega no es la medalla de plata, sino la posibilidad de frenar la dinámica rupturista mediante el afloramiento de la pluralidad de la sociedad vasca. Con independencia de las fidelidades ideológicas, una mayoría de los vascos se dice partidaria de un cambio de signo de Gobierno. Tal vez la ausencia de ETA permita ahora aflorar esa pluralidad y posibilitar una mayoría diferente. A veces ocurre.
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