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Grave accidente de Efraín Gutiérrez

El ciclista cántabro se rompe el fémur y sufre lesiones en el hígado y el bazo tras chocar con un coche aparcado durante la Vuelta a Aragón

Lo primero que le preguntó Efraín Gutiérrez a su director, Juan Martínez Oliver, cuando entró a visitarlo en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Miguel Servet de Zaragoza fue: "¿Cómo ha ido la etapa? ¿Quién ha ganado?" Esta curiosidad le quitó en cierta manera un peso de encima a Martínez Oliver, quien había entrado apesadumbrado por el primer parte de los médicos que habían atendido a su ciclista: rotura de fémur, politraumatismos, contusiones pulmonares y laceración de hígado y bazo. El primer pronóstico era "muy grave". Al cierre de esta edición, los médicos esperaban la evolución de las hemorragias internas para decidir si le operaban.

Eran las consecuencias de un accidente que le había sobrevenido a Gutiérrez (Santander, junio de 1980), ciclista del modesto equipo Andalucía-Paul Versan, en el kilómetro 14 de la segunda etapa de la Vuelta a Aragón, en una recta cerca de Caspe, cuando chocó contra un automóvil estacionado en el arcén izquierdo de la carretera.

"Yo le he recogido del suelo", cuenta Martínez Oliver. "Le he quitado de las piernas cristales de los faros del coche que se habían roto. También he visto la caída. Iba todo el pelotón pegado a la izquierda porque entraba viento. Iban muy rápido, casi en abanico, los que iban delante se apartaban según llegaban al coche, pero él, que iba de la zona media hacia atrás, se lo ha tragado. Le ha tocado a él". Fue trasladado inmediatamente a Alcañiz, desde donde, dada la gravedad de su estado, un helicóptero lo transportó al Miguel Servet de Zaragoza.

El palmarés de Efraín Gutiérrez, ciclista de buena planta que debutó en profesionales el año pasado en el Baqué, es una hoja en blanco. "Fue campeón de España juvenil contrarreloj un año", recuerda José Luis de Santos, seleccionador español amateur. "Y como aficionado fue un buen ciclista, corriendo siempre en el Baqué, era combativo y peleón, pero le faltaba la victoria. No ganaba muy a menudo".

Antes de ser ciclista, Efraín Gutiérrez intentó ser futbolista. El día que decidió que no valía para el balón, su padre, gran aficionado al ciclismo, le regaló una bicicleta de carreras, una Razesa roja. Educado, callado, modesto, obediente -"si me mandan bajar cien veces al coche a por agua obedezco sin rechistar", decía hace poco_, su mejor prueba es la contrarreloj. Terminó último el campeonato de España de 2003 y su ídolo es Jan Ullrich, el alemán que también disputa la Vuelta a Aragón.

"Mi sueño sería subir un puerto a su lado y siempre que puedo me pongo cerca de él para aprender", comentaba recientemente en la revista Meta 2000, "pero me da apuro pedirle un autógrafo. Aunque tengo uno de Carlos Sastre". Hace semanas perdió su ranita de la suerte y corre con un escapulario como amuleto, pero afirma "Creo que después de la muerte no hay nada, pero espero estar equivocado".

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