Historia y presente
Casi 25 años separan a Gonzalo de Olavide (Madrid, 1934) y Jacobo Durán-Loriga (Madrid, 1958). El primero es un nombre ya histórico, y el segundo, una muestra de lo bien que anda la composición española de su generación. Les separan la edad y las intenciones, las maneras, lo que no deja de ser bueno, pues significa que a los modelos no se les copia, sino que se aprende de ellos.
Que Gonzalo de Olavide es un extraordinario compositor es cuestión más que sabida. Se ovacionaron largamente las tres obras maestras de Olavide que se dieron: V Hymno de la desesperanza, Alternante e Índices. Un paseo por la desolación, la técnica, la historia, la estructura, el dolor, qué se yo, todo lo que cabe en la música y desemboca en la emoción. El tiempo ha pasado por ellas con el respeto necesario y, claro, las ha hecho más grandes.
Proyecto Guerrero
Fabián Panisello, director. Obras de Durán-Loriga y Olavide. Auditorio Nacional. Madrid, 7 de abril.
El presente cronológico le correspondía a Durán-Loriga. Empezamos con el juego expresivo, consciente y un punto serio, de Per a Jep, para flauta sola, que no trata de exprimir las posibilidades del instrumento sino de usarlas con inteligencia. En Wu Shing aparece el sentido del humor de esa manera a la vez desinhibida y crítica que tan bien nos vendría en casi todo y que recuerda, inevitablemente, las travesuras de Francis Poulenc. Hay momentos de una brillantez enorme, como esa especie de coda inacabable que precede a la sección central de la pieza, o tan bien resueltos como ese final en el que todo se atomiza y se hace, a la vez, más poliforme. Se estrenaba Antoianças, pero me da la sensación de que sólo atisbamos lo que la obra propone. Y ése es el único, pero que se le puede poner a la estupenda labor de Fabian Panisello al frente de Proyecto Guerrero.
Babelia
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