_
_
_
_
Reportaje:

Un crimen sin testigos

La familia del encargado de una tienda asesinado en Carabanchel pide la ayuda ciudadana para encontrar al homicida

F. Javier Barroso

Dos días antes de que millones de personas celebrasen la llegada del nuevo año la jornada se convirtió en trágica para una familia de Leganés. El encargado de una tienda de muebles de Carabanchel, Esteban Garrido Castellanos, de 61 años, murió apuñalado nada más abandonar el local en el que había trabajado casi 40 años. Desde entonces, la familia ha pedido la colaboración ciudadana para ver si alguien puede facilitar alguna pista que permita la detención del asesino, ya que la policía se ha encontrado con numerosas dificultades. Entre ellas destaca la falta de testigos que vieran cómo se produjo el crimen o de restos o huellas que permitan resolver el caso.

El homicidio se produjo el pasado 30 de diciembre en la travesía de Antonia Lancha, junto a la avenida de Oporto, en Carabanchel. Esteban Garrido acababa de cerrar la tienda de mobiliario Herrera. Eran cerca de las ocho y media de la noche y se dirigía a su domicilio del barrio de Zarzaquemada, en Leganés. Tenía su coche, un Citroën Xsara gris plateado, con matrícula 0344 BMG, aparcado enfrente del local.

"No lo hizo sólo una persona, porque mi padre era corpulento", dice la hija de Garrido

Las personas que hallaron a la víctima fueron los trabajadores de un concesionario de coches cuando salieron de un garaje próximo al lugar de los hechos. Garrido estaba caído en el suelo y respiraba con enorme dificultad. El automóvil estaba abierto, con las llaves puestas en el arranque, pero su cuerpo se hallaba justo al lado de la ventanilla del copiloto. "Si a esa hora no había clientes en la tienda, cerraba y se marchaba a casa", explica su hija Mónica.

Murió a los pocos minutos, pese a los intentos de los facultativos de una UVI móvil del Samur-Protección Civil por reanimarlo. Presentaba dos puñaladas: una le afectaba al costado izquierdo, le seccionó la arteria pulmonar y finalmente le causó la muerte; la otra, en la parte trasera del abdomen, también era mortal. Por ambas perdió gran cantidad de sangre.

"Mi opinión es que no lo hizo una sola persona. Debieron de ser más, porque mi padre era una persona muy corpulenta", cuenta Mónica. Esteban Garrido medía 1,70 metros, estaba muy ágil pese a sus 61 años y tenía una constitución física muy fuerte.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

"Alguien debió de oír algún chillido o grito durante el forcejeo, que debió de durar un tiempo más o menos largo", continúa la joven.

La hipótesis del robo es la que siempre ha cobrado más fuerza. El fallecido llevaba unos 800 euros que le había adelantado a cuenta de su salario la dueña de la tienda, Alicia. Ese dinero no apareció, al igual que los objetos personales de la víctima. La policía cree que los homicidas se lo llevaron tras apuñalarlo mortalmente. "Debieron de pensar que, al cerrar él la tienda, se llevaba la recaudación del día, y por eso le esperaron hasta que salió", añade Esmeralda, la esposa de Garrido.

La familia no se explica cómo nadie vio algún detalle. Esos días eran festivos, en plenas fiestas navideñas, con lo que el trasiego de personas en la calle para realizar diversas compras es muy superior al de otros días de invierno en el que la gente se resguarda antes en sus domicilios. A eso se une que el crimen se produjo a unos 20 metros escasos de una de las calles más transitadas de la capital, como es la avenida de Oporto, y muy cerca de la plaza de Fernández Ladreda (también conocida como plaza Elíptica).

"La gente puede que tenga mucho miedo de declarar por lo que ha visto, pero no debe ser así. Hay que recordarles que todo lo que digan a la policía será confidencial y que, en caso de que sea muy comprometido, pueden ser testigos protegidos", afirma Mónica Garrido. "La policía no va a fiscalizar ni investigar a la persona que ayuda a resolver un caso tan grave como éste", añade la hija.

Los sentimientos de la viuda y de los dos hijos son una mezcla de impotencia y resignación: "Tienes que pensar que te ha tocado sufrir una cosa tan dolorosa y que debes asumirlo, pero lo que te remuerde la conciencia es que los asesinos anden sueltos por la calle. Que hayan destrozado a una familia y que puedan repetirlo con más gente es una cosa que te supera día a día".

Los investigadores de Homicidios han comprobado todos aquellos aspectos que podrían arrojar alguna luz al caso. Entre ellos, las llamadas recibidas por el fallecido en su teléfono móvil, los delincuentes más frecuentes en esa zona o los últimos atracos cometidos en Carabanchel. Todo ha resultado inútil. "Mi marido no tenía enemigos y se llevaba bien con todo el mundo", recuerda Esmeralda.

Un aspecto que ha despistado a los investigadores es que la calle estaba muy iluminada. Deducen que alguien debió de ver algún movimiento extraño pero que, con el paso del tiempo, no le dio importancia. Sin embargo, ahora puede ser clave para esclarecer el crimen.

Mientras la familia de Esteban Garrido llora su muerte y reclama justicia, uno o más asesinos andan sueltos.

40 años en el mismo trabajo

Esteban Garrido Castellanos, de 61 años, nació en Fuente de Pedro Naharro (Cuenca). Vivió en este municipio manchego hasta que tuvo que ir al servicio militar. Justo después se desplazó a la capital con motivo del bautizo de un sobrino y ya se quedó a residir en Madrid. Eran cinco hermanos.

Durante toda su vida se ha dedicado al negocio de los muebles, según recuerdan sus familiares. Primero empezó como conductor de un camión en el que los transportaba. Después también comenzó a montarlos. "En la tienda estaba siempre muy poco tiempo. Su trabajo era más de calle, aunque no tenía ningún problema en atender a los clientes que entraban al local cuando no tenía nada que hacer", recuerda su hija Mónica.

Garrido era ante todo "una persona tranquila" y muy amiga de hablar con todo el mundo y de relacionarse con los demás, según recuerdan sus allegados. Entre sus aficiones destacaban andar, pasear y todos los deportes en general. "Cuando transmitían algún partido o algo de deportes, siempre se ponía delante del televisor y disfrutaba a lo grande", añade Esmeralda, su esposa.

Otra de las cosas con las que más disfrutaba era con viajar y conocer nuevos puntos de la geografía española. Otra de sus pasiones era coleccionar todo tipo de objetos. Era un destacado numismático y filatélico que empezó sus recopilaciones hace muchos años.

"Eso sí, ante todo era muy hogareño. Le encantaba estar con los suyos y rodearse de toda su familia", añade Esmeralda.

Su hijo Luis trabajaba desde hacía unos años con él. Le ayudaba a cargar los pesados muebles y a instalarlos. La noche en la que Garrido fue asesinado justo a la salida de su trabajo su primogénito no estaba en la tienda, ya que no tenía que entregar ningún pedido. Esa tarde, la del pasado 30 de diciembre, pudo marcharse mucho antes.

Este vecino del barrio de Zarzaquemada (Leganés) estaba pensando en jubilarse. Aseguraba en reiteradas ocasiones que estaba cansado de llevar tanto tiempo de trabajo y que quería descansar y disfrutar de su jubilación, tras cerca de 40 años en el mismo trabajo. Primero empezó con el padre de la actual dueña de la tienda de muebles y después continuó con ella. "Le apreciaban mucho porque era una persona muy seria en su trabajo", recuerdan sus familiares.

Durante un corto espacio de tiempo estuvo trabajando en la tienda de López de Hoyos (Chamartín), pero siempre estuvo más vinculado a la que hay en Carabanchel.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_