Un texto extraordinario
Esta brava pieza es la última del ciclo de Valle-Inclán Comedias bárbaras, y es tan dura, tan sin escondrijos ni trampas, que podría haberla creado Shakespeare. La predicción de la Santa Compaña de la muerte del feudal (su respuesta: "¿Sois ánimas del purgatorio o sois hijos de puta?"), la larga escena de lavar y vestir un cadáver, las camadas de mendigos, el parricidio... Si Valle era así, el director Facio no se quedará en menos: truenos, relámpagos, maldiciones, blasfemias, mar embravecido, naufragios, rayos, maldiciones, golpes, disparos, navajazos, putas, bastardos... Por alguna razón que debe obedecer a su estética, el decorado es una especie de portón enorme y claveteado que gira sobre sí mismo, abre su tríptico, deja ver un hogar encendido o una capilla, abre huecos por los que asoman personajes. En cambio, cae el agua verdadera para recalcar el decorado verbal que dicen los personajes al referirse a ella. Por alguna otra razón, el lenguaje de Valle-Inclán queda pronunciado con acento gallego, con la evidente destrucción del juego idiomático de Valle-Inclán. O los gallegos hablan en gallego, o hablan en castellano por la convención teatral.
Romance de Lobos
De Ramón María del Valle-Inclán. Intérpretes: Manuel de Blas, Elena Sendón, Rafael Núñez, Luis Arrasa, Mahue Andugar, Yolanda Ulloa, Rosa Álvarez, Moncho Sánchez-Diezma, Francisco Matute (Polka), José Maya, Sergio Maclas, Carlos Moreno, Luisa Martínez Pazos, Trini Rugero, Juanma Navas, Román S. Gregory, Víctor Ancones, Ricardo Vicente, Juan Viadas, Antonio M. M., Paco Maestre, Damià Barbany, Gloria Villalba, Diego Pizarro, Pepe Soto, Celia Nadal, Ricardo Solveira, Adela Armengol, Fernando Sansegundo, Resu Morales, Alfonso Delgado, Nuria Gullón, Raúl Sanz, Ricardo Vicente, Víctor A. Mangas, Patricia Santos, Carmela Quijano, María Piquer, Marga Escudero. Vestuario: Begoña del Valle-Oizurriaga. Iluminación: Mario Gas y Francisco Ariza. Escenografía: Paco Azorín. Dramaturgia y dirección: Ángel Facio. Teatro Español. Madrid.
Lucha de clases
Y en él retrataba una sociedad medieval que aún no se había ido del todo. Y que aún queda taimada, tapada; ya no son estos aristócratas con derecho de pernada y de paso por sus tierras, pero la lucha de clases sociales no ha abandonado el país.
En su manera de hacer, Facio compone la multitud de personajes en grupos, donde las ropas y las luces y sombras recuerdan los aguafuertes -que tan buenas muestras han dado en el arte gallego-, que se componen o escapan del escenario a medida que pasa la obra. Es una representación coral, donde buenos nombres hacen papeles sencillos, con excepción del Montenegro fiero y decidido hasta en la muerte, que representa Manuel de Blas.
No creo yo que la prosodia y el aspecto de este actor correspondan a este personaje, pero su arte y su oficio le ayudan, y recoge los aplausos -en la noche del estreno de invitados- que a él y a todos los dedican los espectadores. Obra que hay que ver, aun así, por el texto extraordinario y el valor social de su creador.
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