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Crítica:LAS VENTAS | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Todos desbocados

Los novilleros están desbocados, además de desnortados. La fuerza les sale por la boca, pero no la verdad. Se presentan como gladiadores. Sin técnica, sin sitio, sin conocimientos. Y para paliar tanto descaro cargan la suerte a golpes de gritos atronadores. ¡Ejeee, ejé! ¡Mira!

¡Ejeeee, ejé! Je, toro. ¡Mira!

¡Ejeee, ejeeeeeeé, eje! Cada mantazo, un eje (que fueron muchísimos, por cierto). Los aguerridos presuntos toreros dejaron la muleta donde les pareció, el listón muy alto con tanta presunción y a los allí presentes un severo dolor de cabeza.

Citaron fuera del sitio. Compusieron la figura como si un acto heroico se hubiera realizado. No fijaron a los novillos, ni aprovecharon la nobleza justa que llevaban dentro. Levantaron el dedo índice señalando aquí estoy yo. Dieron trallazos a discreción. Pedían cambios de tercio con sólo tres banderillas puestas. A la hora de la suerte suprema se colocaron fuera, pincharon aliviándose todo lo que pudieron y, los tres, perpretaron sartenazos escandalosos. Un despropósito.

San Román / Canito, Galán, Torres

Novillos de Antonio San Román: justos de presentación, en general nobles, algunos con las fuerzas justas, otros sospechosos de pitones. 6º inválido. 3º devuelto. Sobrero de El Retamar, noble, de escaso trapío. Gabriel Ruiz, Canito: Un pinchazo, estocada tendida y delantera (silencio); bajonazo escandaloso (pitos y palmas). David Galán: Dos pinchazos, estocada caída atravesada (silencio); dos pinchazos, bajonazo atravesado (silencio). José Luis Torres: Estocada tendida -aviso- (pitos y palmas); dos pinchazos, estocada desprendida y atravesada (silencio). Plaza de Las Ventas: 3 de abril. Menos de un cuarto de entrada. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Juan Pablo II.

Tienen buenos referentes donde mirar. El escalafón casi en pleno. Los empresarios que elaboran carteles impropios de esta plaza. Los hombres de confianza que no les dicen la verdad. La cuadrilla que le acompaña sin oficio. Los presidentes de los festejos demasiado consentidores. Y sin embargo, lo más grave que parece es que desconocen el reglamento. Pero no son los únicos. Mal asunto.

Porque ¿de qué están hechas las sanciones en la plaza de Madrid? Los caballos siguen ciegos. Les descubren el ojo izquierdo para hacer el paseíllo y en la trastienda se lo tapan. Y poco a poco van colando semejante atropello.

Así va la fiesta. Desbocada. Cuesta abajo. Sin freno al abismo.

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