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Crónica:DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Prestigio de las emociones

Sin nostalgia

No está probado que los antiguos paisajes de la infancia fueran más emotivos que esa especie de periferia en la que ahora viven tantos niños. Estos días de Pascua era inevitable recordar otros días de mona y cachirulo en el Clot de Vera, cuando un bosquecillo de bambúes parecía una selva inextricable donde perderse con las niñas a la que los pezones empezaban ya a sobresaltar sus blusas de primavera. Es una emoción despiadada, ni siquiera consoladora porque, al cabo, tampoco parece decisivo lo perdido. El esfuerzo de algunos enseñantes de Primaria por recuperar juegos perdidos nada puede con la tele ni con los videojuegos, y es lo más parecido a un revival de lo que ya no volverá a ser nunca más. Pero no es lo mismo quemar las pupilas ante la pantalla del ordenador que descubrir un hueco entre bambúes para palpar la turgencia incipiente de unas tetas apresuradas.

La imagen manipulada

Ignoro si Miguel Ángel Rodríguez militó en alguna secta de izquierda en sus años de juventud. Todo parece indicar que así es, ya que en el famoso vídeo de la FAES recurre a las sesudas artimañas de montaje del cine soviético para quedarse a gusto con una venganza que, hay que decirlo, llega algo tarde. No descarto que Zapatero se revele al fin como un truhán, pero de momento no parece serlo, mientras que de ellos uno diría que lo parecen y lo son. José María Aznar no se ha repuesto todavía de su amarga derrota, y puede estar encargando vídeos que restituyan su mala cabeza hasta el fin de sus días, sin mejor resultado para él que el descalabro de las últimas elecciones generales. Un empecinamiento inútil, el de Aznar, que lleva a considerar cómo semejante sujeto pudo estar durante ocho años al frente de los destinos de España. Es una percepción que coincide con la que muchos tenemos todavía del general Franco.

El mundo al revés

Se empieza homologando el nazismo con el comunismo realmente existente en la Unión Soviética de hace años (coletilla que, por cierto, no se aplica jamás al nazismo, que siempre fue el realmente existente), y se acaba intentado hacer pasar por buena la versión de que la guerra civil española fue planificada en su origen por los socialistas, a ver si de paso cuela también que Rodríguez Zapatero encendió la mecha de la masacre del 11-M. Las atrocidades históricas, es cierto, vienen a parar en lo mismo, el sufrimiento y la humillación de millones de personas. Pero no es exactamente lo mismo el intento de emancipar a un pueblo ruso sumido en la miseria que instituir el asesinato masivo y xenófobo como sistema en el corazón de la nación más culta de la Europa de entreguerras. No son cuestiones de matiz, sino de verosimilitud histórica.

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Estatuas descompuestas

Uno de los chistes más siniestros de cuando Franco es aquel que cuenta la llegada de un vendedor de pescado a la plaza de una aldea de interior que anuncia su mercancía ante un par de docenas de atónitos lugareños: "¡Sardina viva!". Tras unos segundos de silencioso estupor, todos los presentes responden al unísono: "¡Viva!". Eran los tiempos en que la miseria en todas sus variantes se tapaba con las consignas entusiásticas y el entusiasmo indescriptible de las masas. Ahora que retiran las últimas estatuas del dictador más bajito de la historia, conviene recordar que uno de los mayores estragos del franquismo, y sin duda su mayor victoria, es que obligó a muchas personas de carácter y talento a definirse en relación con un sujeto más bien insignificante. Es de esa humillación de la que todavía no se ha repuesto este país, que todavía no comprende cómo semejante tipo consiguió reinar sin sobresaltos de postín durante cuarenta años.

Emisiones tabernarias

No es que la siguiente observación ocupe un lugar de privilegio entre mis preocupaciones, pero es posible que los obispos terminen por dejar de lado a ese ferocísimo cantamañanas que es Federico Jiménez Losantos si aspiran no ya a recuperar audiencia en la COPE sino a disminuir la alarmante tendencia a la baja de las vocaciones religiosas. Como no van a convertir los seminarios desiertos en emisoras itinerantes ni en clubes de fin de semana para el turismo de interior, algo tendrán que hacer para seguir disponiendo de capital humano, elemento imprescindible cuando de religión católica se trata. Así que lo mismo el tal Losantos tiene los días contados, aunque cierto es que se ha ganado el cielo. Lo malo, para un tipo de esas características, es que ni siquiera da el perfil apropiado para reconvertirse en telepredicador televisivo. Ya lo intentó en un programa de la tele, frente a Martín Prieto, y su sonrisita de conejo impostado salió tan trasquilada que hubo de dejarlo.

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