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La banca vuelve su mirada a Europa

BBVA y Santander necesitan crecer fuera de España y compensar el riesgo asumido en Latinoamérica

Íñigo de Barrón

Francisco González, presidente del BBVA, volvió de la reunión del Fondo Monetario Internacional de septiembre pasado, donde conversan los principales banqueros del planeta, con una preocupación. El banco tenía poco valor en Bolsa, lo que le hacía vulnerable a ataques hostiles. Sin embargo, no veía cómo realizar compras en las que el BBVA dominara. La única solución era Italia y parecía imposible. La entidad vasca no tardó mucho en comprobar el riesgo de tener un escaso valor en Bolsa. En diciembre pasado, la quinta constructora, Sacyr-Vallehermoso, intentó tomar el control del banco, provocando un conflicto con tintes políticos.

Por esas fechas, Emilio Botín, presidente del Grupo Santander, buscaba fórmulas para compensar el gran peso que tenía América Latina en el balance del banco. Los analistas consideran esta región, que además ofrece menos beneficios de los esperados, como un posible foco de inestabilidad financiera, capaz de volver a dar sustos, circunstancia que perjudica a la cotización de la matriz.

El BBVA quiere entrar en Italia para aumentar su tamaño y blindarse ante ataques hostiles
El Santander busca con el Abbey la estabilidad de Europa frente al riesgo de Brasil

Meses después, los dos están camino de resolver sus problemas gracias a Europa, donde tienen posiciones desiguales. El BBVA acaba de lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) sobre la Banca Nazionale del Lavoro (BNL), el sexto banco de Italia, lo que le convertiría, si supera las barreras del supervisor, en el séptimo banco europeo, con un valor superior a los 51.000 millones en Bolsa. La entidad pagará unos 6.400 millones. Es su única posición europea.

Botín, como es habitual, fue el primero y llegó más lejos. En 1999 vivió los problemas, resueltos felizmente, de la compra del banco portugués Totta, el mayor del país. Después, en 2001, luchó sin éxito por una fusión pactada con la francesa Société Générale. Tras este acontecimiento, renegó de las alianzas entre iguales. En octubre pasado fue directo y lanzá una OPA de 13.400 millones sobre la sexta entidad británica, Abbey, con lo que se transformó en el cuarto banco de Europa y el octavo del mundo por capitalización. Estas victorias en el mercado también sirvieron para dejar en segundo plano los problemas judiciales a los que se enfrenta Botín, con dos juicios abiertos.

Además, el Santander se alió con el Royal Bank of Scotland hace 13 años, y tiene posiciones italianas en el San Paolo IMI y en Mediobanca. El grupo cuenta con un periscopio europeo, Santander Consumer, una red de entidades financiadoras de bienes de consumo que opera en los principales países de Europa, incluidos los del Este. En 2004 ganó 360 millones, sólo cien millones menos que Banesto, con una subida del 37,5%.

El BBVA ha tenido experiencias fallidas en Europa. Primero, buscó acuerdos imposibles con Crédit Lyonnais y vendió su participación del 3,75%. Más adelante, Pedro Luis Uriarte, ex vicepresidente del BBVA, diseñó una fusión amistosa con el italiano UniCrédito, planes que se deshicieron con la fusión de Argentaria. También tuvo un amago con el británico Standard Charterd, con fuertes posiciones en Asia, pero no prosperó. Por último, queda Portugal, otra asignatura pendiente.

El apetito de los banqueros españoles por mercado europeo, al que se incorporado el holandés ABN Amro que quiere adquirir el italiano Antonveneta, llega 10 años después de las primeras grandes inversiones en América Latina. Fuentes tanto del Santander como del BBVA niegan que su ímpetu comprador por Europa se deba a que Latinoamérica les haya defraudado, aunque sí admiten que el crecimiento en esa región es limitado. De hecho, ambos se han replegado, para concentrarse en los países más grandes. El BBVA está volcado en México, mientras que el Santander combina sus esfuerzos entre Brasil, la eterna promesa, México y Chile.

Los analistas coinciden en que Europa "es el mejor camino para crecer. Existe estabilidad, esperanza de crecimiento, normas contables comunes y una autoridad cada vez más fuerte. Además, en España tienen muy difícil crecer por la fuerte competencia de las cajas", según Íñigo Vega, analista de Dexia Securities.

La cuestión clave es si el salto a Europa supone asumir demasiados riesgos o no. El hecho es que las dos entidades adquiridas tuvieron pérdidas en el ejercicio anterior a la compra; son las sextas en sus países; tienen una rentabilidad sobre recursos propios baja; alta morosidad y son ineficientes.

En el BBVA reconocen que "los bancos adquiridos no son prima donas , pero tienen gran posibilidad de mejora". También afirman que, en Italia, se está entrando en un país "que puede elevar con fuerza su crecimiento económico en los próximos ejercicios, con tasas similares a las de España".

Respecto al conocimiento que tienen en el banco vasco sobre la BNL, recuerdan: "Somos consejeros de la entidad desde hace siete años. En los dos últimos ejercicios hemos participado en la gestión y es una entidad que ha vivido un fuerte saneamiento. No hemos entrado después de analizarlo en dos meses", comentan en velada alusión a lo que hizo el Santander antes de comprar el Abbey.

La entidad presidida por Emilio Botín afirmó, en su momento, que antes de adquirir Abbey, lo conocían en profundidad "por la posición que mantuvimos durante 13 años en el Consejo del Royal Bank, que nos sirvió para estudiar con detalle el mercado británico".

Los más críticos, que prefieren mantener el anonimato, opinan: "Ambos se la juegan, aunque eso no quiera decir que va a salir mal. Lo cierto es que entran en las únicas entidades que estaban en venta, por las que nadie más ha pujado. En los dos casos tienen que convertir bancos que son casi ministerios, con tecnología obsoleta, en entidades comerciales, y no serán bien recibidos en el mercado. En el caso del BBVA, además, se ha enfrentado al supervisor, que es vitalicio". También apuntan que estas operaciones han frenado el crecimiento del beneficio por acción y relacionan las compras con las aspiraciones personales de los presidentes de las dos entidades. La agencia de calificación Moody's comentó que la compra tenía "considerables incertidumbres".

Ángel Berges, socio director general de AFI, considera que "BNL y Abbey son entidades con problemas, pero es la única forma de entrar en esos países y de comprar barato para ganar después". A su juicio, el Santander no tardará en intentar comprar el San Paolo IMI, "si se termina por derribar el muro italiano".

Ángel Ron, presidente ejecutivo del Banco Popular, (que el año pasado compró un banco portugués, el BNC, por 550 millones), cree que "las entidades españolas hacen bien en ir a Europa porque son mejores que sus colegas en banca comercial y capaces de exportar el modelo".

Fuentes de esta entidad descartan la entrada en otros mercados "porque debemos mantener una rentabilidad sobre recursos propios del 25% y eso nos impide entrar, hoy por hoy, en ningún mercado, excepto Portugal o Irlanda". Respecto a este país, apuntan que "no es fácil comprar porque está controlado por las entidades locales".

De nuevo, conquistadores

La semana pasada, la prensa económica internacional destacaba, con cierta sorna, que las entidades españolas "volvían a ser, de nuevo, conquistadores. Primero lo hicieron en América Latina y ahora han demostrado su fuerza dentro de Europa".

El hecho es que ambas han abierto el capítulo europeo después de vivir una década de sustos en Latinoamérica. El Grupo Santander llegó a tener invertido unos 18.000 millones de dólares en la región, cuando el billete verde superaba las 1,3 unidades de euro. Tras algunas ventas, entre las que destaca el 25% del mexicano Serfin al Bank of America, el montante es de unos 16.000 millones de dólares. La caída del dólar provocó que, en 2004, el beneficio de la división Latinoamérica del Santander cayera un 2,6%. Además de México, la apuesta más importante de este banco es Brasil, que fue la compra estrella de la región, pero que todavía no ha ofrecido el resultado esperado. "Para el riesgo que se asume, Brasil ofrece un bajo retorno sobre la inversión", apuntan en Dexia Securities.

El caso del BBVA es distinto, si bien la inversión actual es similar a la de su rival, 15.600 millones de dólares. Abandonó Brasil, en una de las primeras decisiones de Francisco González cuando tomó la presidencia única, y se concentró en México. El ejercicio pasado invirtió 4.000 millones de dólares más en el mexicano Bancomer, una operación aplaudida por el mercado, ya que está resultando rentable. Desde México ha iniciado un lento pero prometedor asalto al sur de Estados Unidos.

Los dos tienen en común seguir en Argentina, el país cuyo inversión ha sido calificada por los analistas como "desastrosa".

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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