Tablas a última hora

Midieron sus fuerzas los actuales campeones de la Copa del Rey y de la Liga. Sólo el Zaragoza mostró sus cualidades. Pero el Valencia, al final del choque, cuando todo parecía sentenciado, estableció unas tablas insólitas. Dos soberbios disparos que ejecutaron Generelo y Savio, sirvieron al cuadro maño para confiarse, para soñar con la Copa de la UEFA. Pero, a última hora, el Valencia logró igualar la contienda y seguir aspirando a disputar la Liga de Campeones. La continua lluvia que arreció ayer en la capital aragonesa fue, en gran medida, la causa del resultado.

La Romareda drenó bien el agua caída, por lo que el preparador de porteros zaragocistas intensificó, mojado como estaba el campo, el entrenamiento de Luis García. Practicó el meta, así, las estiradas estilo resbalón y observó cuán rápido y peligroso era el bote de la pelota o la velocidad que alcanzaban los tiros rasos -no así Cañizares, que encajó un gol, el de Generelo, similar al que le metió Pernía la anterior jornada liguera-. Parecía, entonces, que el que antes y mejor se acoplara a las condiciones del terreno, más posibilidades tendría de vencer. Apenas lo hizo algún jugador. Di Vaio, que de no ser por la falta de puntería hubiese vuelto a la ciudad del Turia con los galones de goleador, y Savio y Generelo, que engatillaron dos disparos maravillosos. El maño lo hizo, desde fuera del área pero centrado, al lanzar un balón ajustado al palo que botó antes de rebasar la línea de cal que defendía Cañizares. El brasileño, al sacar un córner en corto y chutar, bajo la mirada de todos, un balón preciso y colocado.

El Valencia sólo fue ese equipo que tantas alegrías dio a su afición en temporadas anteriores en los primeros compases del encuentro. Y en los últimos. Así, antes de que se cumplieran los primeros diez minutos, Fabio Aurelio avisó a balón parado y Angulo lanzó un intencionado pase entre líneas a Di Vaio, que se coló con gran inteligencia y sentido del desmarque entre los dos centrales.

Pero cuando ya parecía el gol, el italiano, una vez que había fintado con destreza a Luis García, pecó de confianza o de poca puntería; a pesar de que golpeó el balón con su pierna buena, no lo cruzó lo suficiente y lo envió al lateral de la red. Antonio López tuvo que rotar a sus jugadores y el equipo lo notó. Caneira dejó el puesto de central para volver al lateral, Mista se instaló como un mediapunta izquierdo para que Fabio Aurelio ayudara en la contención del medio campo y Angulo se situó junto a Di Vaio en la punta de ataque.

Lo que más se echó en falta anoche, sin duda alguna, fue la creatividad del argentino Pablo Aimar. Pero apareció Corradi, primero, que alimentó la esperanza con un gol a placer al final del choque, y Caneira, después, aprovechó un rechace para anular el trabajo del Zaragoza y premiar en exceso al Valencia. El Zaragoza pagó caro su letargo final y el Valencia despertó cuando más lo necesitó.