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TEATRO

Ramón Langa y Jesús Cracio viajan con ironía y acidez al infierno de un borracho

Si hay alguien en el mundo del teatro que puede adentrarse en los infiernos del alcohol y hablar de borrachos profesionales es el director Jesús Cracio, quien, curiosamente, es abstemio, no porque tuviera que abandonar el etílico elemento por abuso, sino porque le ha sentado mal desde pequeñito. Pero Cracio se ha pasado años observando, escuchando y aguantando a mucho beodo de la noche madrileña.Algo parecido le pasa al actor Ramón Langa, aunque éste confiesa que a veces el propietario de la merluza era él.

Ambos, que ya trabajaron juntos en Joe Killer, se han unido para poner en pie Pregúntame por qué bebo, obra de Juan Carlos Ordóñez en la que también interviene Juan Polanco, en el papel de camarero paciente y comprensivo, al que le da la paliza un cliente que se va agarrando una bolinga épica.

El espectáculo, que hoy se estrena en el teatro Arlequín, con producción de Luis Lorente y Alain Cornejo, ya se puso en pie hace ocho años. Ahora cuenta con la dirección de Cracio, que incide, como él siempre hace en sus montajes, en el aspecto más ácido e irónico del texto. Además, la obra se ha actualizado "y refrescado", ya que los supuestamente triunfadores sociales de los años noventa del pasado siglo, como los brookers o los yuppies, han variado en este nuevo milenio.

La obra muestra el recorrido vital de un hombre durante poco más de una hora: "Mi personaje, que hace una bajada a los infiernos, es un supuesto hombre de negocios que cree que puede dejar la bebida cuando quiera", señala Langa; "es una obra llena de gags, de humor, de drama, de patetismo", y añade Cracio: "Es una patada en el estómago, y lo que es mejor, un texto que hace pensar".

Ambos recuerdan que con este texto Langa obtuvo uno de los éxitos importantes de su carrera: "Pero el teatro tenía las fechas cerradas y no pudimos continuar... Desde entonces estamos pendientes de retomar el montaje, cosa que ahora hacemos", dice el actor que se mete en la piel de Adriano Alaya y desde ahí recorre todo tipo de situaciones vitales.

"No llega a ser un autopsicoanálisis, pero sí es una radiografía de muchos de nosotros, que tenemos adicciones a cosas, ya sea alcohol, tabaco y la más de moda en la sociedad occidental y sobre todo la yanqui, la adicción de comprar", señala Cracio.

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En su opinión, esta obra habla del deseo: "Cuanto más desees más te frustras, todos trabajamos para consumir, mientras que este personaje trabaja para beber. Lo que está claro es que somos adictos a ciertas cosas porque estamos carentes de otras muchas, todos como borregos, insatisfechos y con las emociones controladas", señala el director.

"Lo que ocurre en el espectáculo es algo que hemos visto en cualquier bar, cualquiera va a reconocer la situación porque la ha visto o la ha vivido, todos hemos escuchado las miserias de un borracho que las suelta creyendo que son unas grandezas", dice Langa, quien afirma que esa creencia de que los borrachos siempre dicen la verdad es totalmente falsa; "es más, los borrachos suelen negarse a sí mismos y a los demás la verdad".

Pregúntame por qué bebo. Teatro Arlequín (San Bernardo, 5). De martes a jueves, 20.00; viernes y sábado, 20.00 y 22.30; domingos, 19.30. Precio: 20 euros.

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