Toros y ética

En respuesta a la carta de Juan Brotons (EL PAÍS, 21 de marzo), desearía aclararle en qué consiste el sentimiento antitaurino. Debería saber que a quienes nos oponemos a las corridas de toros no nos mueve ningún interés partidista ni nacionalista. Nos da exactamente igual que quienes torturan a los toros y quienes les aplauden sean de derechas o de izquierdas, nacionalistas o españolistas, catalanes, andaluces o japoneses, porque los motivos que nos llevan a denostar la llamada fiesta nacional no son políticos, sino éticos. Precisamente por eso, en el movimiento antitaurino coinciden personas de casi todo el espectro político, desde ICV hasta ERC, pasando por CiU (los antitaurinos del PSC y del PP no suelen manifestarlo públicamente).

Por otro lado, sepa que no estamos especialmente obsesionados con los toros para hacerles la puñeta a ustedes; la prueba está en que quienes nos manifestamos frente a la plaza de toros de la Monumental somos los mismos que lo hacemos frente al canódromo, ante las pajarerías de La Rambla y en Camarles (Baix Ebre), en protesta por lo que allí querían hacer con aquellos monos. Lo único que queremos es que dejen en paz a los animales, toros incluidos; que dejen de hacer de su tortura un espectáculo y un negocio.