Rivera se regodea ante Osasuna

"Ale Rivereta, ale". La afición granota está enamorada del número 8. Se nota cuando recibe el balón. Surgen gritos espontáneos de ánimo, de expectación, de entusiasmo. Es fácil entender porqué. El capitán del Levante, de 27 años, le da un aire de distinción a su equipo. Juega y hace jugar: en corto o en largo, atrás y adelante, en horizontal o en vertical, según convenga. Siempre con precisión. Sus compañeros lo disfrutan. El primero fue Juanfran, sustituto del lesionado Ettien, que recogió un cambio de orientación de Rivera, amansó el balón y lo levantó suave ante la salida de Elía. Sorprendió Juanfran por su frescura pateando el extremo derecho. Más conocida era la habilidad de Jofre por el izquierdo, que regatea a la velocidad del viento. Estos tres jugadores se sintieron libres porque en el medio centro, el largo Camacho fue un coloso en la recuperación del esférico. Y en su entrega inmediata a Rivera, el calculador. A quien aún le quedaba un toque magistral, otro pase de gol, un pase con la pierna arriba y el golpeo preciso en profundidad. El balón salió escupido hacia el punto de penalti para que lo cazara Sergio García, que lo remachó a gol. Ante las blandas manos de Elía.

El Levante encandenó 25 toques seguidos en la segunda parte. Síntoma inequívoco de la depresión de Osasuna, que ha encajado 10 goles en dos partidos. Su defensa hace aguas y ni siquiera el feroz Pablo García levanta cabeza. "No hubo nada rescatable", reconoció el técnico, Javier Aguirre. "Tendremos que hacer una minipretemporada y estar muy unidos", agregó.