La escena neoyorquina acoge de nuevo la crítica ácida y corrosiva de David Mamet
El autor estrena su obra 'Romance' y repone 'Glengarry Glen Ross'
Prolífico, de pluma afilada e indiscutible talento, el dramaturgo, guionista, escritor y director de cine David Mamet acaba de regresar al circuito off Broadway neoyorquino para estrenar su nueva propuesta teatral, Romance. Presentada por el Atlantic Theater Company, la compañía de repertorio que él fundó junto a William H. Macy hace ahora 20 años, la obra esconde, bajo su engañoso título, una ácida comedia en la que todo se cuestiona - desde la posibilidad de paz en Oriente Próximo a la fidelidad amorosa, los jueces, los homosexuales, los cristianos y los judíos- de forma tan políticamente incorrecta como sólo Mamet es capaz de hacer.
La obra se desarrolla en una corte judicial donde se está procesando a un quiropráctico (Steven Goldstein) por un delito que nunca llega a conocerse y en el contexto de una cumbre por la paz entre israelíes y palestinos, a la que el acusado y su abogado (Christopher Evan Welch), un judío y un católico, quieren aportar su granito de arena tras decidir que todos los problemas que arrastra el conflicto podrían solucionarse con un simple masaje en la espalda. A esta utopía surrealista se unen las reflexiones de un juez (Larry Briggman) algo homófobo y racista, de un fiscal homosexual adicto al trabajo (Bob Balaban) y de su novio despechado (Keith Nobbs). "No estoy tratando de estropear las expectativas de la audiencia. Simplemente, intento no aburrirme", ha declarado Mamet, respecto a la rocambolesca temática de su nueva obra, a la revista The New Yorker, en la única entrevista concedida con motivo de su vuelta a los escenarios.
Dirigida por Neil Pepe y estrenada este mes con moderado éxito de crítica, Romance coincidirá en la cartelera de Broadway con el revival del clásico de Mamet Glengarry Glen Ross, que protagonizarán desde abril Alan Alda y Liev Schreiber. Esta obra se estrenó en Nueva York en 1984 y por ella Mamet obtuvo un Premio Pulitzer, cuatro Tony y el premio al mejor drama del New York Drama Critics Circle. Glengarry Glen Ross, la historia de la lucha caníbal por la supervivencia y el éxito de los empleados de una empresa inmobiliaria, saltó al cine en 1992 con un casting de lujo: Jack Lemmon, Al Pacino y Alec Baldwin, entre otros, aunque Mamet había iniciado su relación con la gran pantalla 11 años antes, escribiendo el guión de la nueva versión de El cartero siempre llama dos veces.
Considerado uno de los mejores escritores teatrales y guionistas estadounidenses del último cuarto de siglo, Mamet, nacido en Chicago hace 57 años, obtuvo su primer reconocimiento en los setenta con Sexual perversity in Chicago y American Buffalo, dos dramas teatrales de oscuros e incisivos diálogos que exploraban con agudeza territorios marcadamente estadounidenses como el de la competitividad laboral, que se convertiría en una de las constantes de muchas de sus obras. Conocido por sus diálogos rápidos e inteligentes, y célebre por sus provocadoras propuestas argumentales, el trabajo de Mamet suele estar lleno de originales giros de guión y aderezado estilísticamente de toneladas de blasfemias, algo poco aplaudido en la puritana sociedad estadounidense, enfrascada, sobre todo en el último año, en eliminar las palabras sucias del mundo del entretenimiento.
Pero Mamet, que ha dirigido nueve filmes independientes, la mayoría thrillers como La trama o El último golpe, también ha sido guionista de películas populares como Los intocables o Hannibal -"me gusta el entretenimiento de masas. Es parte de la tradición del cine americano. Y esto no es necesariamente malo", ha declarado-. A finales de año se estrenará también como dibujante de cómics con la colección Tested and Orphans.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.